LOS ÁNGELES, EE.UU. – En medio de los devastadores incendios que azotaron Los Ángeles, Arthur Brooks, profesor de la Harvard Business School, encontró una nueva perspectiva sobre la felicidad y el propósito de vida. Durante una entrevista con The Rich Roll Podcast, Brooks compartió su visión sobre los tres pilares fundamentales de la felicidad contemporánea: la ciencia, la espiritualidad y los lazos humanos.
La experiencia de Brooks durante los incendios le llevó a reflexionar sobre la actual crisis de soledad y la necesidad urgente de reconstruir las comunidades. Inspirado por su relación con el Dalai Lama, Brooks aboga por una integración entre la ciencia y la fe como camino hacia el bienestar. Propone ejercicios prácticos de introspección y desapego para transformar el sufrimiento en sabiduría, advirtiendo sobre los efectos nocivos de la tecnología en las relaciones humanas.
“Lo que voy a hacer el resto de mi vida es levantar a las personas y unirlas en lazos de felicidad y amor usando la ciencia y las ideas”, afirmó Brooks.
La comunidad como refugio en la adversidad
La evacuación de Brooks y su familia debido a los incendios no solo puso a prueba su resiliencia, sino que también le permitió redescubrir el valor de la comunidad. Durante su desplazamiento en Ojai, Brooks experimentó una reconexión con amigos y vecinos, lo que le llevó a reflexionar sobre la importancia de los lazos sociales en momentos de dificultad.
“Los Ángeles es un lugar muy alienante y la comunidad es algo que he estado anhelando”, relató Brooks.
Brooks compara la interdependencia humana con el sistema de raíces de los árboles de secuoya en California: “Un árbol de 90 metros tiene raíces de apenas dos metros de profundidad, pero se mantiene en pie porque sus raíces se entrelazan con las de otros árboles. Somos como las secuoyas: si nuestras raíces no se entrelazan con las de los demás, caemos”.
Soledad, interdependencia y el valor de las relaciones
La pandemia de COVID-19 y la crisis de soledad que la acompañó han puesto de manifiesto, según Brooks, la urgencia de reconstruir el tejido comunitario. Durante el confinamiento, observó cómo muchas personas experimentaron “colisiones de amor” inesperadas, encuentros y gestos de apoyo que, de no ser por la interrupción de la rutina, no habrían ocurrido.
“La depresión clínica se cuadruplicó durante la pandemia, pero también se profundizaron amistades y se crearon nuevas formas de comunidad”, explicó Brooks.
En este contexto, Brooks destaca la importancia de la interdependencia, un concepto central en el budismo tibetano y en su propia filosofía. Ayudar a otros en momentos de crisis, afirma, no solo alivia el dolor ajeno, sino que también sana el propio.
El amor y la espiritualidad como motores de la felicidad
La relación de Brooks con el Dalai Lama ha sido fundamental en su evolución personal y profesional. Según relató, el Dalai Lama le ha enseñado que “el amor incondicional es la respuesta a todas las preguntas importantes”. Estas experiencias han reforzado en Brooks la convicción de que la felicidad no se encuentra en los logros materiales, sino en la capacidad de amar y dejarse amar.
Brooks narra cómo, durante una peregrinación a Santiago de Compostela, buscó claridad sobre su propósito vital.
“Caminé pidiendo a Dios que me diera una misión, y la respuesta fue dedicarme a unir a las personas en lazos de felicidad y amor usando la ciencia y las ideas”,
recuerda.
Ciencia y fe: una visión integradora
Lejos de ver la ciencia y la religión como esferas opuestas, Brooks defiende su complementariedad. “La ciencia y la religión se complementan; la religión aporta comprensión, la ciencia respuestas”, afirma. En su labor docente en Harvard, Brooks estructura sus clases en torno a grandes preguntas filosóficas y espirituales, sobre las que luego aplica el conocimiento científico.
Brooks alerta sobre el impacto negativo de la tecnología en las relaciones personales y la salud mental de los jóvenes. El uso excesivo de dispositivos y redes sociales ha contribuido a una “crisis de sentido” y a un aumento de la ansiedad y la depresión entre adolescentes y adultos jóvenes.
Entre los consejos prácticos que Brooks comparte, destaca la elaboración de una “lista de fracasos y aprendizajes”. Consiste en anotar cada decepción o pérdida, reflexionar sobre lo aprendido y, más tarde, identificar un beneficio surgido de esa experiencia.
“Nunca desperdicies el sufrimiento”, recomienda Brooks.
En tiempos de incertidumbre y cambio, la ciencia, la espiritualidad y la comunidad se revelan, en la visión de Brooks, como los pilares fundamentales para construir una vida plena y significativa. Su mensaje, sin embargo, trasciende edades y contextos: “El amor incondicional es la respuesta a todas las preguntas importantes”, repite, recordando la enseñanza central del Dalai Lama.