mié. Ago 27th, 2025

CIUDAD DE MÉXICO – La obesidad ha alcanzado niveles críticos en el mundo occidental, impulsando un aumento en enfermedades como la diabetes tipo 2, la hipertensión y ciertos tipos de cáncer. Esta situación no solo afecta la salud pública, sino que también reduce la esperanza de vida, un fenómeno sin precedentes. Según el Dr. Andrew Jenkinson, cirujano bariátrico del University College London Hospital, la mayoría de las dietas fracasan porque no abordan el verdadero mecanismo que regula el peso corporal: las hormonas.

En una entrevista con Science Focus, el Dr. Jenkinson explicó que el enfoque tradicional de contar calorías y hacer ejercicio moderado no es suficiente. “La obesidad no es solo el resultado de tener más comida al alcance; ciertos alimentos actúan como una droga que altera la regulación normal del peso”, afirmó. Este problema se ve exacerbado por el consumo elevado de azúcares y alimentos ultraprocesados, que interfieren con la hormona de la saciedad, la leptina.

Error de las dietas tradicionales y rol de la leptina

La leptina, conocida como la “hormona de la saciedad”, juega un papel crucial en la regulación del apetito y el metabolismo. Sin embargo, el alto consumo de azúcares y alimentos ultraprocesados provoca un aumento de insulina, bloqueando la acción de la leptina. Como resultado, el cerebro no recibe la señal de saciedad y se impulsa a comer más mientras el metabolismo disminuye. “Es como si el medidor de combustible de un coche marcara vacío cuando el tanque está lleno”, describió el Dr. Jenkinson.

Este error en las dietas tradicionales radica en ignorar la influencia hormonal y el impacto de los alimentos ultraprocesados. En lugar de centrarse en la cantidad de calorías, el especialista sugiere prestar atención a cómo ciertos alimentos afectan al organismo.

Punto de ajuste: genética y ambiente alimentario

El concepto de “punto de ajuste” se refiere al peso que el cerebro intenta mantener automáticamente. Este puede encontrarse en rangos elevados de sobrepeso u obesidad, influenciado tanto por factores genéticos como ambientales. Aproximadamente un tercio de la población tiene una predisposición genética a ganar peso con la dieta moderna, pero el entorno alimentario, saturado de azúcares y harinas refinadas, también juega un papel crucial.

El Dr. Jenkinson critica la obsesión por contar calorías: “No se trata de la cantidad, sino del impacto de los alimentos en el organismo, como si fueran una droga”.

Estrategias alimentarias sostenibles con manejo de antojos

El especialista propone reformar los hábitos alimentarios en lugar de adoptar dietas restrictivas. Recomienda eliminar azúcares, carbohidratos refinados y aceites vegetales, y sustituirlos por comidas preparadas en casa. Este cambio ayuda a restablecer el punto de ajuste y permite bajar de peso sin hambre ni irritabilidad.

Para manejar los antojos, especialmente al dejar el azúcar, el Dr. Jenkinson sugiere la técnica del “crave surfing”, que consiste en observar cómo la intensidad del deseo alimentario sube y baja, comprobando que cada ola sucesiva es menos intensa. Este método facilita la adopción de una dieta equilibrada sin recurrir a la fuerza de voluntad extrema.

Ejercicio físico: beneficios reales y sus límites

El Dr. Jenkinson subraya que aunque el ejercicio vigoroso puede ayudar, su impacto real es limitado. Solo quienes entrenan una hora y media diaria logran quemar unas 1.000 kilocalorías, una meta inalcanzable para la mayoría. Las pautas recomendadas de ejercicio apenas se traducen en una pérdida significativa de peso.

El organismo suele compensar el esfuerzo físico con más apetito o reduciendo el metabolismo, lo que impide sostener el peso únicamente con ejercicio. La verdadera solución sería un cambio profundo en la alimentación, no sumar rutinas extenuantes.

En conclusión, perder peso de forma sostenible exige atacar el origen hormonal del exceso de peso y transformar los hábitos alimentarios. Según el Dr. Jenkinson, los intentos por adelgazar a fuerza de dietas estrictas y ejercicio extremo solo llevan al agotamiento y la frustración. El éxito duradero requiere respetar el funcionamiento natural del cuerpo y construir rutinas que mejoren la respuesta metabólica ante los alimentos.