BUENOS AIRES, ARGENTINA – La relación de los humanos con la cafeína está experimentando una transformación significativa, impulsada por nuevos descubrimientos científicos que sugieren que la respuesta del organismo a esta sustancia varía ampliamente según factores individuales. Este avance abre la puerta a recomendaciones personalizadas que podrían maximizar los beneficios de la cafeína para la salud física y mental.
Tradicionalmente, la cafeína ha sido vista con cierta cautela. Su presencia en bebidas energéticas y su consumo excesivo han generado preocupaciones sobre su impacto en la concentración y el sueño, especialmente entre los jóvenes. Sin embargo, según un informe de Science Focus, el consumo moderado de cafeína, ajustado a la variabilidad genética individual, podría ofrecer ventajas notables.
Consumo moderado y recomendaciones oficiales
El interés por la cafeína ha crecido a medida que su consumo se ha disparado, impulsado por la popularidad de las bebidas energéticas y suplementos. Investigaciones recientes destacan no solo los riesgos, sino también los beneficios de su ingesta controlada. Estudios han demostrado que el consumo regular y moderado de café o té puede ayudar a prevenir enfermedades como la diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer, además de mejorar la alerta y el ánimo.
La clave, según los especialistas, reside en la dosis. La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) coinciden en que hasta 400 mg de cafeína al día es seguro para adultos sanos, lo que equivale a dos o tres tazas grandes de café filtrado.
“La cantidad ideal de cafeína depende de la genética”, afirman estudios científicos.
No obstante, la tolerancia individual varía considerablemente. Un análisis en Sleep Medicine Reviews sugiere que la última taza de café o té se consuma al menos 8 horas y 48 minutos antes de dormir, mientras que los suplementos pre-entrenamiento, que suelen contener el doble de cafeína, deberían tomarse como mínimo 13 horas y 12 minutos antes de acostarse.
Genética y respuesta individual a la cafeína
La sensibilidad a la cafeína y la velocidad con la que el cuerpo la elimina dependen en gran medida de la genética. La profesora Jennifer Temple, de la Universidad de Buffalo, explica que el cerebro se adapta rápidamente al consumo regular de cafeína, generando más receptores de adenosina para contrarrestar el efecto estimulante.
“El cerebro crea más receptores para dar a la adenosina más oportunidades de ejercer su función habitual”, señaló Temple.
Además, los genes juegan un papel fundamental. La enzima CYP1A2, responsable de metabolizar la cafeína en el hígado, está codificada por un gen que varía entre individuos. Según la profesora Marilyn Cornelis, de la Universidad Northwestern, la versión del gen CYP1A2 que posea una persona determina la rapidez con la que elimina la cafeína.
Cornelis destaca que, aunque el café es amargo y la evolución nos lleva a evitar estos sabores, la predisposición genética influye más en la cantidad de café que se consume que en la sensibilidad al sabor. Variantes del gen ADORA2A también pueden hacer que algunas personas sean especialmente sensibles a la cafeína.
Beneficios en el rendimiento físico y cognitivo
La cafeína se ha consolidado como un recurso legal para mejorar el rendimiento en deportes competitivos. La International Society of Sports Nutrition concluyó que la cafeína tiene un “efecto pequeño a moderado” en la resistencia y la fuerza muscular, con un impacto más notable en deportes de resistencia.
En el ámbito cognitivo, dosis moderadas de hasta 300 mg ayudan a mantener la concentración durante más tiempo. Aunque la evidencia sobre la mejora de la memoria a largo plazo es mixta, algunos estudios sugieren un efecto positivo.
“El consumo habitual de café reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer”, según un análisis en The New England Journal of Medicine.
El profesor Rob van Dam, de la Universidad George Washington, aclara que, en el caso de la diabetes tipo 2, el beneficio proviene de otros componentes del café, ya que el café descafeinado ofrece la misma protección. Sin embargo, para enfermedades como el Parkinson, la cafeína parece ser el factor determinante.
La investigación genética promete revolucionar las recomendaciones sobre el consumo de cafeína. Hasta ahora, las guías se basaron en promedios poblacionales, sin considerar las diferencias individuales. La especialista Cornelis subraya que la ciencia está avanzando hacia una nutrición personalizada, donde las recomendaciones se adapten al perfil genético de cada persona.