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Ciencia

Cómo combatir el letargo de la tarde: más allá de la comida

Editorial

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CIUDAD/PAÍS – Cada día, millones de personas experimentan un notable descenso de energía después del almuerzo. Aunque comúnmente se culpa a la comida, la ciencia sugiere que las causas del letargo vespertino son más complejas y que existen estrategias efectivas para recuperar la concentración. Según un artículo de Science Focus, la somnolencia postprandial tiene raíces biológicas universales, ofreciendo oportunidades para mejorar el bienestar diario.

Este fenómeno afecta a la mayoría de los adultos en las primeras horas de la tarde, generalmente entre las 13:00 y las 15:00, independientemente del tipo o cantidad de alimento consumido. La sensación de letargo interrumpe la atención y el ánimo, un patrón que se observa en diversas culturas y estilos de vida. La explicación radica en el funcionamiento del organismo, particularmente en el locus coeruleus, una estructura cerebral situada en el tronco encefálico.

El papel del cerebro en el letargo vespertino

El locus coeruleus es responsable de producir noradrenalina, un neurotransmisor esencial para la atención y el estado de alerta. Cuando esta región está activa, la noradrenalina facilita la comunicación neuronal y mejora la concentración. Sin embargo, la actividad de este núcleo varía a lo largo del día. Por la mañana, ayuda a pasar de la somnolencia a un estado de alerta óptimo, pero alrededor del mediodía, su actividad disminuye, generando el conocido bajón.

La neurocientífica Dr. Mithu Storoni explicó a Science Focus que este cambio está vinculado al ritmo biológico circasemidiano, que complementa al circadiano. Este ritmo, presente cada 12 horas, predispone a una breve siesta en la primera parte de la tarde, independientemente de la composición del almuerzo.

Desmitificando la influencia de la comida

La idea de que la comida, especialmente los carbohidratos, causa la somnolencia vespertina es debatida en la comunidad científica. Un experimento histórico de los años 70 sugirió que una dieta rica en carbohidratos aumenta el triptófano en sangre, favoreciendo la producción de serotonina y melatonina, asociadas al sueño. Sin embargo, el Dr. William Orr, del Thomas N Lynn Institute for Healthcare Research, no encontró diferencias notables en la somnolencia luego de comidas con distinto contenido de carbohidratos.

Además, la teoría de que la digestión desvía sangre del cerebro carece de respaldo; el flujo sanguíneo cerebral sigue estable durante la digestión. Los especialistas admiten que el sistema nervioso entérico y las hormonas digestivas pueden modificar la actividad cerebral, aunque estos mecanismos no se han comprobado de forma directa.

Estrategias para combatir el letargo

Frente a la somnolencia, una siesta corta se presenta como una alternativa eficaz. Diversos estudios citados por Science Focus revelaron que las siestas breves mejoran el ánimo, restauran la atención y podrían proteger la salud cerebral a largo plazo. La Dra. Vicky Garfield, de la Universidad de Liverpool, analizó datos de miles de participantes y halló que quienes acostumbraban a dormir siestas diurnas conservaban mayor volumen de materia gris, equivalente a retrasar el envejecimiento cerebral entre 3 y 6 años.

La duración de la siesta es crucial. Garfield advirtió que dormir más de 30 minutos puede provocar un despertar difícil y menor productividad. El Dr. Alejandro Fernandez-Montero, de la Universidad de Navarra, observó que las siestas largas se relacionan con peores indicadores metabólicos, como presión arterial alta y aumento del riesgo de diabetes tipo 2. En cambio, los descansos de 10 a 20 minutos resultan más seguros y beneficiosos.

Para quienes no pueden dormir una siesta, existen alternativas. Fernandez-Montero señaló que una caminata ligera de 30 minutos puede tener efectos similares a una siesta corta, ya que activa la mente y mejora el ánimo sin alterar los ritmos internos. Por su parte, Garfield destacó que cualquier actividad relajante fuera del escritorio resulta beneficiosa. Mientras que Storoni aconsejó reservar para este tramo de la tarde las tareas menos exigentes, dejando los mayores desafíos intelectuales para el momento en que la atención vuelve a su punto óptimo.

Los expertos coinciden en que un sueño nocturno adecuado es la base para mantener la atención durante el día. Con un enfoque integral que incluye ajustes en las actividades diarias y una mejor comprensión de los ritmos biológicos, es posible superar el letargo vespertino y mejorar la productividad y el bienestar general.

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