sáb. Ago 16th, 2025

WASHINGTON, EE.UU. – Un grupo de manifestantes se reunió el 7 de marzo en la capital estadounidense para protestar contra los recortes y despidos en agencias federales de investigación médica bajo la Administración Trump. Una pancarta capturó la atención al proclamar: “Querías huevos baratos, pero en su lugar te han dado sarampión”. Este acto de resistencia civil refleja una creciente preocupación por el impacto de las políticas de Trump en la ciencia y la salud pública.

Durante la primera administración de Donald Trump, la Casa Blanca desmanteló el panel científico que asesoraba a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) sobre la contaminación atmosférica. El objetivo era claro: eliminar regulaciones que afectaban los beneficios de empresas, incluidas las constructoras ligadas a la fortuna de los Trump. Sin embargo, los científicos del disuelto panel no se desmoralizaron. Continuaron su labor de manera independiente y publicaron sus recomendaciones en The New England Journal of Medicine, subrayando los efectos del material particulado en la calidad del aire. Aunque Trump ignoró sus hallazgos, el artículo se convirtió en una base para acciones legales futuras.

El autoritarismo y la ciencia bajo amenaza

La administración de Trump ha intensificado sus ataques a la ciencia en su segundo mandato. En los últimos meses, hemos visto cómo se despide a científicos que no se alinean con la narrativa oficial. Un ejemplo claro es el despido de asesores científicos de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) que apoyaban las vacunas. Además, se han retirado sitios web que ofrecían información de salud basada en ciencia confiable.

La comunidad científica estadounidense enfrenta un dilema: ¿cómo responder a estos ataques sin precedentes? Gretchen Goldman, presidenta del Sindicato de Científicos Preocupados, y Erica Chenoweth, profesora de la Universidad de Harvard, sugieren en un editorial de la revista Science que la comunidad adopte un papel activo para contrarrestar el autoritarismo. Proponen la creación de instituciones alternativas que reduzcan la dependencia del gobierno y preserven la integridad científica.

La resistencia civil como respuesta

El concepto de resistencia civil no es nuevo, pero su aplicación en el ámbito científico es innovadora. Según Goldman y Chenoweth, construir espacios independientes de pensamiento puede ser vital tanto para la ciencia como para la democracia. Esta estrategia ya está en marcha, con antiguos asesores de los CDC organizando un centro alternativo.

“Construir instituciones alternativas fuera del Gobierno que reduzcan la dependencia del régimen autoritario, disminuir el poder y la relevancia de este sobre el día a día y mantener lugares de pensamiento independiente puede ser vital tanto para preservar la ciencia como para defender la democracia.”

La revista Science, junto con su editor Holden Thorp, ha sido una voz crítica contra la política científica de Trump. La revista británica Nature también ha criticado estas políticas, pero Science, siendo estadounidense, enfrenta mayores riesgos al desafiar al gobierno.

El futuro de la ciencia en EE.UU.

La situación actual plantea preguntas sobre el futuro de la ciencia en Estados Unidos. ¿Podrán los científicos mantener su independencia y continuar su trabajo en un entorno cada vez más hostil? Las iniciativas de resistencia civil ofrecen una luz de esperanza, pero el camino por delante es incierto.

En última instancia, la resistencia científica podría ser crucial para preservar no solo la integridad de la ciencia, sino también los principios democráticos fundamentales. La comunidad científica está llamada a actuar con valentía y determinación en defensa de la verdad y el conocimiento.