En 2025 se cumplirán 600 años desde la llegada del pueblo gitano a la Península Ibérica, un evento histórico que el Gobierno español ha declarado como el Año del Pueblo Gitano. La Fundación Secretariado Gitano (FSG) está celebrando esta ocasión a través de acciones políticas, educativas y sociales. Al frente de esta entidad se encuentra Sara Giménez, abogada, exdiputada y la primera mujer gitana en asumir la dirección general de la mayor organización dedicada a la defensa de los derechos del pueblo gitano. En una entrevista con 20minutos, Giménez reflexiona sobre la intersección entre etnia y discapacidad, y la importancia de hablar de interseccionalidad, políticas públicas con presupuesto y empoderamiento juvenil.
Giménez enfatiza que este año conmemorativo debe ser más que simbólico. “Es un año especial”, afirma, destacando que el pueblo gitano ha contribuido durante seis siglos a la historia común de España, pero sigue siendo un gran desconocido. “El desconocimiento genera prejuicios y discriminación, y eso lo vivimos cada día en forma de pobreza, fracaso escolar o exclusión laboral”. Para la directora de la FSG, reconocer esa historia es una herramienta clave para construir una sociedad más igualitaria.
La desigualdad se acumula
Cuando se suman múltiples factores de vulnerabilidad, la desigualdad se multiplica. Giménez lo llama “discriminación interseccional”. “Ser gitano, mujer, tener discapacidad o vivir en pobreza son circunstancias que, combinadas, crean barreras muy difíciles de superar”. Aunque la Ley de Igualdad de Trato contempla esta intersección, advierte que las políticas públicas todavía no lo hacen. “Necesitamos que el enfoque interseccional se aplique con recursos y medidas concretas”.
Durante su etapa parlamentaria, Sara impulsó avances legislativos decisivos. Se muestra especialmente orgullosa de la prohibición de las esterilizaciones forzosas a mujeres con discapacidad, una práctica que, recuerda, también afectó a mujeres gitanas en Europa. Participó también en el desarrollo de la ley de accesibilidad cognitiva, señalando que la dificultad para entender documentos o procesos judiciales afecta gravemente a personas gitanas con discapacidad y bajo nivel educativo. “La accesibilidad no es solo física: también es comprensión, cercanía, lenguaje claro”.
Falta formación en diversidad
El papel de los profesionales públicos es fundamental. “Los servicios públicos deben estar formados para atender la especificidad”, defiende Giménez. En salud, educación o justicia, la falta de sensibilidad y formación puede convertirse en una barrera más. Por eso, apuesta por una profesionalización urgente. “No basta con tener buenas intenciones, hace falta conocimiento y preparación”.
Cuando se le pregunta por las mujeres gitanas con discapacidad, su tono se endurece. “La triple discriminación es una realidad muy cruda”, resume. A la marginación por etnia y género, se suma la exclusión por discapacidad. “Muchas viven en pobreza, con acceso limitado a la educación o al empleo, y con un estigma muy fuerte”. En particular, lamenta los altos índices de fracaso escolar entre niñas gitanas, que se agravan aún más cuando hay discapacidad. “La única respuesta es poner en marcha medidas muy específicas y adaptadas a su realidad”.
Conocer tus derechos lo cambia todo
Desde la FSG, esa mirada interseccional se aplica a todos los programas. En educación, con el programa ‘Promociona’, el equipo trabaja también con alumnado gitano con discapacidad, en coordinación con familias y orientadores. En empleo, promueven la inserción laboral, el autoempleo y han firmado recientemente un convenio con Ilunion. “Sabemos que son personas más vulnerables, y por eso ofrecemos más soporte y acompañamiento”.
La colaboración con otras entidades del tercer sector es otra de sus claves. “Trabajamos con el CERMI, con la ONCE… hay sinergias muy potentes”, explica. Derivan casos, comparten formación, y toman como modelo la trayectoria del movimiento de la discapacidad. “Cuando pensamos en nuestra futura ley, miramos cómo ellos han peleado y logrado avances”.
Para cerrar, lanza un mensaje a las nuevas generaciones. Uno firme y esperanzador. “Conoced vuestros derechos, formaos, empoderaos y defendedlos”. Asegura que cada vez hay más entidades aliadas, pero que el papel de la juventud gitana con discapacidad es clave. “Cuando ellos y ellas alzan la voz, el cambio se acelera”.