Estudio de Harvard: Centenarios muestran menor deterioro cognitivo

CAMBRIDGE, EE.UU. – Un reciente estudio de la Harvard T.H. Chan School of Public Health ha revelado un sorprendente hallazgo sobre el envejecimiento y la función mental. Focalizándose en adultos mayores con vidas excepcionalmente largas, incluidos centenarios, los investigadores descubrieron que estas personas experimentan un deterioro cognitivo mucho más lento que el promedio.

El equipo, liderado por la profesora asistente Yuan Ma, encontró que incluso en edades extremadamente avanzadas, muchos individuos mantienen capacidades mentales superiores a las de sus contemporáneos con menor esperanza de vida. Este descubrimiento desafía la percepción común de que la longevidad está inevitablemente ligada a un prolongado declive mental.

Resiliencia cognitiva: Un concepto clave

El estudio destaca la importancia de la “resiliencia cognitiva” y la velocidad del deterioro mental. Los centenarios no solo disfrutan de períodos más largos con buena memoria y habilidades mentales, sino que también experimentan etapas más breves de discapacidad cognitiva antes de fallecer. Esta “compresión” del deterioro sugiere que la longevidad puede asociarse a años adicionales de buena salud cerebral.

Para llegar a estas conclusiones, el equipo utilizó datos de los Centros de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer en EE.UU., centralizados por el National Alzheimer’s Coordinating Center. Se estudiaron 13.999 personas de entre 50 y más de 100 años, monitoreando su salud cognitiva durante un promedio de cinco años antes de su muerte.

Análisis neuropatológico y hallazgos genéticos

Un aspecto distintivo del estudio fue el análisis neuropatológico post mortem. En más de 8.000 casos, se realizaron autopsias cerebrales que permitieron correlacionar los síntomas clínicos con hallazgos concretos en el cerebro. Además, se consideraron variables sociodemográficas como el sexo, la raza y enfermedades preexistentes, identificando patrones asociados a diferentes antecedentes personales y sociales.

Los resultados fueron llamativos al comparar grupos etarios. Por ejemplo, los nonagenarios vivieron una media de 2,4 años con demencia antes de morir, mientras que los centenarios solo 1,1 años. Esta diferencia de más del 50% refleja una prolongación significativa de los años vividos en plenitud mental entre quienes alcanzan la vejez más avanzada.

Implicaciones y futuras investigaciones

El hallazgo respalda la teoría de que la extensión de la vida no implica necesariamente una prolongación del sufrimiento o deterioro. La longevidad, bajo ciertas condiciones, puede ir de la mano con una mayor calidad de vida en términos de salud cerebral.

Los investigadores también exploraron factores que influyen en la resiliencia cognitiva, especialmente antes de los 90 años. Se observó que las mujeres, las personas de raza blanca y aquellos sin antecedentes de enfermedades cardiovasculares mostraron mejores resultados. En los centenarios, el gen APOE ε2, relacionado con la longevidad y la disminución del riesgo de Alzheimer, jugó un papel crucial.

“La presencia de este alelo se vinculó a una mayor resiliencia mental, especialmente en quienes superaron los 100 años”, explicó la profesora Ma.

Los autores concluyen que los datos apoyan la hipótesis de la “compresión de la morbilidad cognitiva”. Aunque el deterioro mental puede aparecer en la vejez, el periodo en que limita la calidad de vida puede ser notablemente corto en personas longevas. La resiliencia cognitiva emerge como un concepto clave para resistir o retrasar el deterioro incluso en edades avanzadas.

El estudio sugiere que diseñar intervenciones que potencien esta resiliencia podría ser un camino efectivo no solo para aumentar los años de vida, sino también para preservar la calidad mental durante ese periodo. Las futuras investigaciones podrían centrarse en identificar más factores que contribuyan a esta resiliencia, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de una población cada vez más longeva.