Ciencia
El vuelo épico del zarapito colipinto: 11 días sin parar
ALASKA/NUEVA ZELANDA – El zarapito colipinto, un ave migratoria, ha realizado una de las hazañas más impresionantes del reino animal al volar 13.560 kilómetros desde Alaska hasta Nueva Zelanda sin detenerse ni consumir agua o alimento. Este episodio, documentado por Science Focus, ha renovado el interés científico en los secretos biológicos que permiten a ciertas aves realizar viajes tan extremos.
Entender cómo estas aves logran vuelos tan excepcionales no solo amplía el conocimiento sobre la resistencia animal, sino que también abre nuevas perspectivas para la medicina y la salud humana. Las aves migratorias representan cerca del 20% de las especies de aves a nivel mundial, y el chorlito ártico ostenta el récord de la migración anual más larga, con trayectos de hasta 90.000 kilómetros entre los polos.
El misterio de la migración extrema
A pesar de otros casos récords, el zarapito colipinto destaca por haber realizado la distancia más extensa sin escalas jamás registrada: 11 días y noches en el aire, desafiando cualquier marca humana de resistencia. El Dr. Guy Anderson, responsable de aves migratorias en la Royal Society for the Protection of Birds, explicó que la migración responde a la búsqueda de recursos estacionales y lugares seguros para criar.
“Creemos que la principal razón por la que las aves han evolucionado para migrar es para aprovechar recursos, como comida y lugares seguros para criar, que solo están disponibles en determinadas épocas”, comentó Anderson.
Las aves inician su periplo migratorio al detectar cambios ambientales, como el aumento de luz diurna, que activan alteraciones hormonales y metabólicas profundas. Este proceso conduce a un crecimiento muscular y mejora de la capacidad aeróbica. Las especies que emprenden rutas más largas aumentan su consumo de alimento durante las semanas previas, acumulando reservas energéticas cruciales para el viaje.
Adaptaciones biológicas extraordinarias
El Dr. Alexander Gerson, de la Universidad de Massachusetts Amherst, señaló que las aves pueden movilizar sus reservas grasas sin sufrir perjuicios, convirtiéndolas en su principal fuente de energía para vuelos prolongados. En las primeras horas de travesía, las aves también descomponen proteínas corporales, lo cual les proporciona aproximadamente el 30% de la energía inicial del viaje y agua interna, vital cuando no pueden beber.
Con el vuelo estabilizado, la energía proviene casi exclusivamente de la grasa y el uso de proteínas cae por debajo del 3%. Al llegar, se encuentran con una drástica reducción de grasa y de la masa de órganos como el hígado o el tracto digestivo, aunque logran recuperarse completamente.
El estudio de las mitocondrias ha revolucionado la comprensión de la migración. La profesora Wendy Hood, de la Universidad de Auburn, lideró un equipo que analizó el rendimiento mitocondrial de aves en plena migración, descubriendo que las mitocondrias se adaptan fusionándose y dividiéndose para maximizar la eficiencia energética.
Implicaciones para la salud humana
Los descubrimientos sobre la fisiología de las aves migratorias podrían inspirar innovaciones en el tratamiento de enfermedades humanas. La profesora Hood sugirió que comprender la adaptación mitocondrial podría ser útil para desarrollar terapias contra afecciones asociadas a la disfunción mitocondrial y el envejecimiento.
“Quizá este estudio, junto con otros, podría ser muy valioso para ayudarnos a buscar mecanismos o fármacos que beneficien la salud humana”, afirmó Hood.
Por otro lado, Gerson estudia la rápida regeneración muscular de las aves tras largas migraciones, con la esperanza de aplicar estos procesos en el tratamiento de patologías humanas causantes de pérdida muscular, como el cáncer o el VIH.
El éxito de estos viajes no depende solo de la biología de las aves, sino también de la existencia de hábitats de reabastecimiento. La destrucción de estos “puntos de servicio” puede forzar a las aves a continuar sus vuelos durante más tiempo, elevando sus riesgos de agotamiento y muerte. Anderson enfatizó la importancia de preservar estos corredores y refugios, señalando que la supervivencia de las aves migratorias depende de ellos.
El misterio de cómo un pájaro exhausto, que acaba de sobrevolar el Golfo de México con su masa muscular drásticamente disminuida, logra recuperarse rápido tras aterrizar sigue motivando a la comunidad científica. Estos extraordinarios viajes no solo desafían los límites de la naturaleza, sino que también impulsan nuevas preguntas sobre la biología y conservación de ciertas aves.
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