BUENOS AIRES, ARGENTINA – La reducción del azúcar añadido en la dieta se ha convertido en un tema candente en las redes sociales y foros de salud. Estudios científicos respaldan que este cambio puede ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares, lo que ha llevado a muchas personas a reconsiderar sus hábitos alimenticios.
El interés por eliminar el azúcar de la dieta no es nuevo, pero ha cobrado fuerza recientemente, impulsado por testimonios de mejoras en el bienestar físico y mental. Sin embargo, los especialistas en nutrición advierten que los extremos no suelen ser recomendables. En lugar de una eliminación total, los expertos sugieren un enfoque equilibrado: limitar el azúcar añadido y construir hábitos sostenibles.
¿Qué Implica una Dieta Sin Azúcar?
El concepto de una “dieta sin azúcar” puede ser confuso, ya que no existe una definición única. Scott Keatley, dietista registrado y copropietario de Keatley Medical Nutrition Therapy en Nueva York, explica que algunas corrientes promueven la eliminación total de azúcares, incluidos los naturales presentes en frutas y lácteos. Sin embargo, la variante recomendada se centra en reducir el azúcar añadido, permitiendo el consumo de azúcares naturales esenciales para el organismo.
El azúcar añadido se encuentra en bebidas, comidas preparadas y productos ultraprocesados, a menudo sin que el consumidor lo note. Adoptar una dieta sin azúcar añadido no significa renunciar al placer de comer. Keatley subraya que los alimentos integrales como frutas, verduras, granos enteros, legumbres, frutos secos, carnes y pescado están permitidos. El mayor reto es identificar azúcares añadidos en los procesados, como fructosa, glucosa o sacarosa.
Impacto en la Salud Cardiovascular
Un estudio publicado en la revista JAMA Internal Medicine evaluó a más de 30.000 adultos en Estados Unidos, encontrando que quienes consumían el mayor porcentaje de calorías en forma de azúcares añadidos tenían un riesgo un 38% mayor de sufrir enfermedades cardiovasculares que aquellos que limitaban su ingesta a solo el 10% de las calorías totales.
“El consumo excesivo de azúcar añadido se asocia a un mayor riesgo de caries dental y enfermedades metabólicas”, señala el estudio.
Además, los productos altos en azúcar añadido suelen contener grasas saturadas y trans, conocidas por su asociación con enfermedades cardiacas. Estos productos son “fáciles de consumir en exceso” y aumentan el riesgo de caries dental sin una higiene adecuada.
Recomendaciones de los Expertos
El consenso entre los expertos es que el cuerpo necesita carbohidratos presentes en alimentos naturales, no azúcares añadidos. Keatley sugiere priorizar los azúcares de alimentos integrales y no de bebidas o ultraprocesados, para mantener la energía y la satisfacción nutricional.
Es seguro limitar el azúcar añadido, siempre que no se llegue al extremo de restringir grupos enteros de alimentos. Es crucial estar atento a señales como ansiedad o sensación de privación, que indican que la dieta necesita ajustes. No es necesario renunciar de por vida a un postre ocasional; disfrutarlo con moderación es compatible con una alimentación saludable.
Construyendo Hábitos Sostenibles
La clave, según los especialistas, está en priorizar la reducción del azúcar añadido, buscar el equilibrio y no obsesionarse con la perfección alimentaria. Así, es posible construir hábitos sostenibles y cuidar la salud general sin caer en restricciones contraproducentes.
Reducir el azúcar añadido en la dieta es una estrategia eficaz y avalada por la ciencia para mejorar la salud cardiovascular y metabólica. La clave del éxito radica en el equilibrio: limitar los edulcorantes industriales y productos ultraprocesados, sin extremismos ni obsesiones. Adoptar este enfoque realista permite disfrutar de una alimentación variada, placentera y sostenible a largo plazo, previniendo riesgos y consolidando el bienestar integral.