jue. Sep 18th, 2025

JERUSALÉN, ISRAEL – En un movimiento que ha generado controversia y preocupación, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha decidido nombrar a David Zini, un general de 51 años conocido por sus vínculos con la ultraderecha religiosa, como nuevo jefe del Shin Bet, el principal servicio de seguridad interior de Israel.

El anuncio, realizado en medio de tensiones políticas internas, ha sido criticado por analistas y antiguos altos mandos militares que temen que esta designación convierta al Shin Bet en un instrumento ideológico al servicio del Gobierno, poniendo en riesgo los ya frágiles contrapesos democráticos del país.

Un perfil controvertido

Zini, quien fuera comandante de la Brigada Golani, ha sido una figura polarizadora. En sus primeros años de carrera, criticaba los abusos en los territorios ocupados y mostraba desconfianza hacia los excesos autoritarios. Sin embargo, con el tiempo, se alineó con las corrientes más extremistas del sionismo religioso, estrechando lazos con figuras como los rabinos Zvi Yisrael Thau y Yehoshua Zuckerman, asociados al partido Noam, conocido por sus posturas homófobas y antiliberales.

Inicialmente, Netanyahu había rechazado su promoción a secretario militar, calificándolo de “demasiado mesiánico”. Pero tras la masacre de Hamás del 7 de octubre de 2023, el relato de Zini como un “visionario” que había advertido sobre infiltraciones en Gaza fue utilizado para justificar su ascenso, a pesar de que investigaciones posteriores desacreditaron esa narrativa.

El poder del Shin Bet

El Shin Bet es una de las agencias más poderosas de Israel, con capacidades que van desde arrestos administrativos hasta vigilancia masiva e interrogatorios rigurosos. Críticos temen que bajo la dirección de Zini, estas herramientas puedan ser utilizadas para reprimir opositores políticos y movimientos sociales.

El ultraderechista Moshe Feiglin insinuó que, con Zini al frente, la agencia podría actuar como una “policía secreta” contra las protestas en Tel Aviv. Zini ha expresado públicamente que ve el conflicto en Gaza como una “guerra eterna”, y ha elogiado a rabinos extremistas que predican la expulsión de palestinos y la supremacía religiosa.

Proceso de nombramiento irregular

El proceso de designación de Zini ha estado plagado de irregularidades. Netanyahu le ofreció el cargo en un encuentro privado, sin el conocimiento del jefe del Estado Mayor ni del secretario militar. Tras la destitución del anterior director del Shin Bet, Ronen Bar, por investigar casos relacionados con el entorno de Netanyahu, la fiscal general consideró inicialmente ilegal el nombramiento por conflicto de interés.

A pesar de las objeciones, se llegó a un compromiso que permitió a Netanyahu imponer su decisión, tras una revisión formal centrada únicamente en la “integridad personal” del candidato. Exfuncionarios del Shin Bet han alertado que poner al frente a alguien tan marcado por su militancia ideológica compromete la neutralidad de una institución clave para la seguridad del país.

“El Shin Bet es del Estado, no del Gobierno de turno. Zini nunca debió aceptar ese nombramiento en esas condiciones”, declaró un exoficial.

Implicaciones para la democracia israelí

Para los críticos y defensores de la democracia israelí, el peligro es claro: un aparato de seguridad que, en manos de un líder mesiánico, podría dejar de perseguir amenazas reales para volcarse en sofocar la disidencia interna. Este nombramiento se produce en un contexto de creciente polarización política en Israel, donde las tensiones entre diferentes sectores de la sociedad han alcanzado niveles preocupantes.

El futuro del Shin Bet bajo la dirección de Zini será observado de cerca tanto a nivel nacional como internacional, ya que sus acciones podrían tener repercusiones significativas en la estabilidad y la percepción de Israel en el mundo.