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Tecnología

Inteligencia Artificial Revoluciona la Medición del Dolor en Medicina

Editorial

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LONDRES, REINO UNIDO – Durante décadas, la medicina ha luchado por medir el dolor de manera objetiva y precisa, un desafío que afecta tanto a pacientes conscientes como a aquellos que no pueden comunicarse. Esta limitación ha condicionado diagnósticos y tratamientos en hospitales y residencias en todo el mundo.

La irrupción de la inteligencia artificial (IA) y nuevas tecnologías está transformando este panorama, según lo demuestra la reciente experiencia en residencias de ancianos y los primeros resultados positivos obtenidos con herramientas innovadoras, como informa MIT Technology Review.

El Dolor: Un Signo Vital Complejo

El dolor, considerado uno de los signos vitales más complejos y subjetivos, ha sido históricamente difícil de cuantificar. Métodos convencionales como escalas numéricas, cuestionarios u observación clínica presentan importantes limitaciones. En residencias como Orchard Care Homes en el norte de Inglaterra, se utilizaba la Abbey Pain Scale para valorar el dolor en personas con demencia incapaces de expresarse verbalmente.

Cheryl Baird, exdirectora de calidad de la cadena, describió este proceso como “un ejercicio de marcar casillas donde no se consideraban realmente los indicadores de dolor”. Esta falta de exactitud conducía a que residentes agitados fueran catalogados como problemáticos y tratados con sedantes psicotrópicos, mientras el dolor real persistía sin atender.

Impacto de la Inteligencia Artificial

El impulso hacia métodos más objetivos se debe en gran medida a los avances en inteligencia artificial y sensores fisiológicos. Existen dos enfoques principales en esta investigación. El primero se centra en señales fisiológicas internas. Equipos de neurocientíficos emplean redes de electrodos para identificar patrones neuronales asociados al dolor.

Un estudio de 2024 demostró que un algoritmo de aprendizaje automático podía distinguir con más del 80% de precisión entre pacientes con dolor crónico y sujetos sanos, respaldado únicamente por minutos de electroencefalograma en reposo. Dispositivos como el monitor PMD-200 de Medasense recogen datos de frecuencia cardíaca, sudoración y temperatura periférica para calcular un puntaje de dolor en pacientes quirúrgicos.

En una investigación de 2022, con 75 pacientes sometidos a cirugía abdominal mayor, el uso de este monitor redujo la puntuación autoinformada del dolor de 5 a 3 en una escala sobre 10, sin incrementar el consumo de opioides.

Análisis del Comportamiento y Expresiones Faciales

El segundo enfoque se basa en el análisis del comportamiento y las expresiones faciales. Equipos de visión por computadora entrenaron redes neuronales con el Sistema de Codificación de Acciones Faciales (FACS), que identifica 44 micromovimientos faciales universales.

La aplicación PainChek representa uno de los avances más notables. El sistema, autorizado por reguladores en Australia, Reino Unido, Canadá y Nueva Zelanda, y en trámite de aprobación en Estados Unidos, utiliza la cámara del móvil para analizar durante tres segundos nueve micromovimientos faciales relacionados con el dolor.

La implementación de PainChek aportó beneficios clínicos tangibles. En Orchard Care Homes, la incorporación de la aplicación en 2021 redujo rápidamente la prescripción de psicotrópicos y mejoró notablemente el ambiente. Baird destacó: “Vimos de inmediato las ventajas: facilidad de uso, precisión y la capacidad de identificar dolores que no se habrían detectado con la escala anterior”.

Un estudio interno en cuatro residencias mostró una caída del 25% en el uso de antipsicóticos y, en Escocia, una disminución del 42% en las caídas.

Desafíos y Futuro de la Tecnología

Aunque la incorporación de estas tecnologías resultó beneficiosa, persisten desafíos y escepticismo. La inteligencia artificial aplicada al análisis facial puede mostrar sesgos con el tono de piel y confundir expresiones de dolor con las de náusea o miedo.

El futuro de la medición objetiva del dolor apunta a una expansión internacional y a la adaptación de estas herramientas a nuevos contextos. PainChek desarrolla una versión para bebés menores de un año, entrenada con el Baby Facial Action Coding System, y las pruebas piloto ya se llevan a cabo en Australia.

Otras compañías exploran dispositivos como bandas de EEG para dolor neuropático, sensores cutáneos para detectar crisis de dolor en pacientes oncológicos y modelos de lenguaje capaces de analizar notas de enfermería para descubrir sufrimiento oculto. Sin embargo, como advierte MIT Technology Review, la cuantificación del dolor mediante dispositivos externos aún puede exponer sesgos o imprecisiones que solo saldrán a la luz tras un uso prolongado.

En conclusión, mientras que la tecnología avanza rápidamente, el enfoque híbrido que combina inteligencia artificial con intervención humana parece ser el camino más prometedor para lograr una medición del dolor más precisa y compasiva.

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