jue. Sep 4th, 2025
In the area adjacent to Las Médulas, there are different small bodies of water, which have their origin in ancient mining activity. Lake Somido (or Sumido) is located in sector III of the Las Médulas mine. Its aquatic vegetation has recovered significantly in recent decades and today delights us with blankets of white water lilies and the small fauna found in its surroundings. The forest fire that started in the town of Yeres in León has transformed the landscape of Las Médulas, a UNESCO World Heritage Site. The flames have burned the characteristic hundred-year-old chestnut trees in the area, “true jewels of nature.” La presencia de una ola de calor de 16 días de duración ha agravado los incendios que han asolado España, convirtiendo este verano en uno de los peores de la historia desde que hay registros. Este es el balance de las llamas de estas últimas semanas, que han arrasado casi 400.000 hectáreas. Greenpeace, de la mano del fotógrafo Pedro Armestre, ha documentado desde el aire la magnitud de la destrucción, llegando incluso a zonas no fotografiadas hasta ahora. En la zona colindante a Las Médulas descubriremos diferentes pequeñas masas de agua, que tienen su origen en la antigua actividad minera. El lago Somido (o Sumido) se encuentra en el sector III de la mina de Las Médulas. Su vegetación acuática se ha recuperado mucho en las últimas décadas y hoy en día nos deleita con algunos mantos de nenúfares blancos y con la pequeña fauna que encontramos en su entorno. El incendio forestal que se inició en la localidad leonesa de Yeres ha transformado el paisaje de Las Médulas, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Las llamas han calcinado los característicos castaños centenarios de la zona, "auténticas joyas de la naturaleza".

MADRID, ESPAÑA – El fuego, un elemento ancestral de los ecosistemas mediterráneos, ha cobrado una nueva dimensión en el contexto actual de crisis climática. Este verano, los incendios devastadores que asolaron España y Portugal se vieron exacerbados por condiciones meteorológicas extremas, un fenómeno que un nuevo estudio internacional atribuye al cambio climático provocado por el ser humano.

El informe, realizado por el consorcio científico World Weather Attribution (WWA), revela que la combinación de calor extremo, sequedad y fuertes vientos fue unas 40 veces más probable en el clima actual que en el preindustrial. Además, la intensidad de estos fenómenos fue aproximadamente un 30% superior. “Las condiciones de mayor calor, sequedad e inflamabilidad se están agravando y están provocando incendios de una intensidad sin precedentes”, advierte Clair Barnes, investigadora del Imperial College de Londres.

Frecuencia y gravedad de los incendios

En el clima actual, se espera que episodios tan extremos se produzcan aproximadamente una vez cada 13 o 15 años, en contraste con el pasado preindustrial, donde habrían sido extraordinariamente raros, ocurriendo menos de una vez cada 2.500 años. Los científicos compararon datos meteorológicos del clima actual, caracterizado por un calentamiento global de 1,3 ºC, con los del clima anterior a la era industrial. Según sus hallazgos, las olas de calor de diez días, como las registradas durante los incendios, son ahora 200 veces más probables y hasta 3 ºC más cálidas que antes de la industrialización.

El estudio subraya que los incendios no dependen únicamente del clima. El abandono de tierras agrícolas y ganaderas ha dado lugar a un crecimiento excesivo de vegetación en muchas zonas rurales, aumentando la cantidad de combustible disponible. “En España se ha hablado mucho de este factor, pero bastante menos del efecto del cambio climático, que como demuestra este estudio ha sido inmenso”, señala David García, profesor de la Universidad de Alicante.

Lecciones y medidas preventivas

Para los autores del informe, la lección es clara: “España está siendo duramente golpeada por el cambio climático y estos enormes incendios se producen tras las devastadoras inundaciones en Valencia y otro verano de calor implacable”. “Los fenómenos extremos son cada vez más frecuentes, pero las muertes y los daños se pueden prevenir”, añaden.

Los expertos insisten en la necesidad de mejorar la gestión de la vegetación en zonas cercanas a los bienes y las personas y, sobre todo, de reducir el uso de combustibles fósiles: “Con 1,3 ºC de calentamiento ya vemos impactos peligrosos; si llegamos a 3 ºC, los incendios forestales en Europa serían catastróficos”.

Simultaneidad y cooperación internacional

El estudio también alerta sobre la presión que genera la simultaneidad de grandes incendios en distintos países europeos. Los recursos de extinción se ven desbordados, evidenciando la urgencia de estrategias de prevención y planificación territorial. Entre las medidas que recomiendan los expertos están el control activo de la vegetación, la restauración de terrenos abandonados y la coordinación entre administraciones locales y nacionales para gestionar las emergencias de manera más eficaz.

“Con cada fracción de grado de calentamiento, las olas de calor extremas y prolongadas seguirán intensificándose, lo que aumentará la probabilidad de que se produzcan grandes incendios forestales como los que arrasaron vastas zonas de la Península Ibérica”, señala Barnes. Considera que estos episodios deben servir como advertencia sobre lo que puede venir en los próximos años si no se toman medidas contundentes contra el cambio climático.

El estudio combina datos históricos y modelizaciones climáticas revisadas para ofrecer una estimación precisa de cómo la actividad humana ha modificado la probabilidad y la intensidad de los incendios. La conclusión demuestra que el calentamiento global ya está influyendo de manera decisiva en fenómenos que antes eran excepcionales y que ahora se están convirtiendo en recurrentes y cada vez más peligrosos.