CIUDAD/PAÍS – En el ámbito empresarial, la tendencia a enfocarse en lo que podría salir mal es un mecanismo de defensa común que ayuda a las organizaciones a mantenerse seguras. Sin embargo, adoptar una postura permanentemente defensiva puede limitar su potencial de crecimiento y éxito. Al igual que en los deportes, jugar un partido con miedo y centrarse únicamente en no perder puede reducir el enfoque, disminuir la creatividad y dificultar el reconocimiento de oportunidades. Aunque se evite perder, probablemente no se ganará mucho.
La esperanza, en cambio, ofrece un baluarte contra este comportamiento autodestructivo y, si se utiliza adecuadamente, puede ser una fuerza poderosa que impulse a las organizaciones a prosperar. Pero, ¿qué es realmente la esperanza y cómo puede ser utilizada estratégicamente en los negocios?
La ciencia detrás de la esperanza
La ciencia del comportamiento ha demostrado que la esperanza puede impulsar resultados positivos tanto para las personas como para las organizaciones. A diferencia del optimismo, que se basa en la creencia de que el futuro será favorable, la esperanza implica la creencia de que las cosas podrían salir bien, pero también reconoce que las acciones son importantes en un contexto de incertidumbre. Las personas que tienen esperanza hacen planes y trabajan activamente para alcanzar el futuro que desean, lo que las hace más eficaces que los meramente optimistas.
Un estudio reveló que la esperanza, más que el optimismo, predijo el rendimiento entre los estudiantes de derecho. Además, un metaanálisis de más de 11,000 empleados mostró que la esperanza estaba correlacionada con el bienestar y la moral positiva en el trabajo. La esperanza fomenta ciclos virtuosos de amabilidad y colaboración entre colegas, lo que puede parecer lejano en lugares de trabajo donde el sesgo negativo domina la conversación.
La esperanza como habilidad adquirida
En algunas culturas, la esperanza puede parecer un esfuerzo contracorriente, pero es una habilidad que se puede aprender y desarrollar mediante la práctica. Aunque a menudo se estereotipa como ingenua o incluso peligrosa, la esperanza puede ser una herramienta útil para generar ideas innovadoras y encontrar formas de llevarlas a cabo. Las organizaciones que aprovechan la esperanza, alineando la imaginación y la voluntad de su gente, pueden ejecutar mejor sus estrategias más ambiciosas.
Estrategias empresariales basadas en la esperanza
Aunque tradicionalmente los investigadores se han centrado en fomentar la esperanza entre personas que enfrentan adversidades, como estudiantes desfavorecidos o pacientes con enfermedades crónicas, las ideas de este trabajo también pueden aplicarse a las organizaciones. Los líderes pueden tomar medidas concretas para crear culturas empresariales esperanzadoras:
- Establecer objetivos basados en valores compartidos: La esperanza organizacional requiere objetivos compartidos. Los líderes pueden recordar a las personas lo que tienen en común. Por ejemplo, la declaración de misión de Patagonia, “Estamos en el negocio para salvar nuestro hogar, el planeta”, se centra en los valores que resuenan con sus empleados.
- Empoderar a su gente: La esperanza florece cuando las personas sienten que tienen control sobre su futuro. Los líderes pueden ayudar delegando tareas importantes y aflojando las riendas de la gestión. Esto podría significar entregar un producto a tiempo, desarrollar una habilidad técnica o conectar más profundamente con el equipo.
- Celebrar el progreso: La desesperanza puede crecer como una bola de nieve, pero la esperanza también puede fortalecerse. Enfocar a las personas en sus logros y en cómo han tomado control de sus vidas laborales aumenta la probabilidad de que sientan capacidad de acción en el futuro.
Mirando hacia adelante
El uso estratégico de la esperanza en el ámbito empresarial no solo puede mejorar el bienestar de los empleados, sino también impulsar el rendimiento organizacional. A medida que las empresas navegan por un mundo cada vez más incierto, la esperanza puede servir como un motor de innovación y resiliencia. Al fomentar una cultura de esperanza, las organizaciones no solo se preparan para enfrentar los desafíos actuales, sino que también se posicionan para aprovechar las oportunidades futuras.
En conclusión, la esperanza no es solo un concepto abstracto, sino una herramienta tangible que, si se cultiva adecuadamente, puede transformar el panorama empresarial. Las organizaciones que adoptan la esperanza como parte de su estrategia están mejor equipadas para adaptarse y prosperar en un entorno en constante cambio.