jue. Jul 3rd, 2025

HELSINKI, FINLANDIA – En un mundo que busca alternativas energéticas limpias, la energía nuclear se presenta como una opción viable y de bajo carbono. Sin embargo, el manejo de sus desechos radiactivos, que permanecen peligrosos durante miles de años, plantea un desafío urgente. Estos residuos, actualmente almacenados en instalaciones temporales sobre la superficie terrestre, requieren soluciones permanentes para evitar riesgos futuros.

La revista Science Focus ha puesto de relieve los proyectos actuales que buscan resolver este dilema. La energía nuclear ha experimentado un aumento global, consolidándose como una alternativa frente a las fuentes fósiles. No obstante, la generación de grandes cantidades de residuos radiactivos plantea un serio desafío, ya que las estructuras temporales de concreto y acero necesitan renovaciones periódicas.

Misión de los arqueólogos nucleares

En la búsqueda de soluciones, los “arqueólogos nucleares” juegan un papel crucial. Este grupo de especialistas se dedica a rastrear y evaluar los residuos radiactivos acumulados. Un ejemplo destacado es el trabajo de Tom Scott, profesor de materiales de la Universidad de Bristol, quien investiga sitios contaminados como la planta química Prydniprovsky en Ucrania. Utilizando tecnología robótica avanzada, como el perro robótico “Spot” de Boston Dynamics, Scott mapea con precisión estos sitios peligrosos.

Estos arqueólogos nucleares no solo buscan residuos, sino que también exploran alternativas energéticas frente al crecimiento del carbono. Su labor es esencial para identificar y gestionar de manera segura los desechos radiactivos.

Estrategias actuales para el almacenamiento nuclear

Actualmente, los residuos radiactivos de alto nivel están contenidos en instalaciones seguras sobre tierra. Sin embargo, este modelo es temporal. Un informe proyecta que para 2125, el Reino Unido podría acumular un volumen de desechos radiactivos suficiente para llenar 1.900 piscinas olímpicas, destacando la urgencia de soluciones permanentes.

Las “tumbas nucleares” subterráneas, como el depósito de Onkalo en Finlandia, son consideradas la solución más segura. Estas instalaciones almacenan residuos a profundidades de entre 200 y 1.000 metros bajo tierra, dentro de contenedores especialmente diseñados. El proceso de vitrificación, que transforma los residuos en vidrio, es crucial para asegurar su estabilidad a largo plazo.

“Este enfoque ofrece una protección multi-barrera, tanto tecnológica como geológica, que previene que la radioactividad regrese a la superficie”, afirma Robert Winsley, líder en diseño de los Servicios de Residuos Nucleares del Reino Unido.

Desafíos futuros y propuestas innovadoras

El almacenamiento seguro de desechos radiactivos enfrenta múltiples retos, especialmente ante eventos catastróficos como guerras, desastres naturales o glaciaciones. Es crítico identificar sitios geológicamente estables capaces de soportar estos eventos durante milenios.

Además, es esencial comunicar a las generaciones futuras sobre los peligros de estas instalaciones. Propuestas innovadoras, como crear un “sacerdocio atómico” que mantenga vivo el mensaje de advertencia, destacan la importancia de transmitir la existencia de estos riesgos.

Conforme los países avanzan en la construcción de nuevas instalaciones nucleares y la demanda de energías limpias crece, la gestión de los residuos radiactivos se presenta como un desafío histórico. Garantizar que estos residuos no causen daño a las generaciones futuras es una tarea monumental y urgente, cuya resolución podría ser uno de los legados más duraderos del siglo XXI.