mié. Sep 17th, 2025

CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO – La reciente publicación de cifras oficiales sobre el consumo energético de la inteligencia artificial (IA) por parte de gigantes tecnológicos como OpenAI y Google ha marcado un hito en la industria. Este paso hacia la transparencia ha reavivado el debate sobre el impacto ambiental de la IA, especialmente en lo que respecta a la demanda eléctrica y el cambio climático.

Un informe de MIT Technology Review revela que, aunque estos datos son un punto de partida significativo, aún no son suficientes para entender completamente la huella de carbono de la IA. Por primera vez, OpenAI y Google han compartido cifras específicas sobre la energía utilizada por sus modelos de IA para responder a consultas. En junio de 2024, Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, anunció que una consulta promedio a ChatGPT consume 0,34 vatios-hora. En agosto, Google informó que una interacción con su modelo Gemini utiliza en promedio 0,24 vatios-hora.

El Contexto Detrás de las Cifras

Estas cifras, que coinciden con estimaciones anteriores para modelos de tamaño medio, proporcionan un referente inédito para el consumo energético de la IA generativa. Sin embargo, la startup francesa Mistral optó por publicar solo una estimación de las emisiones asociadas a sus modelos, sin detallar el uso energético específico.

A pesar de la divulgación de estos datos, los expertos señalan que la información sigue siendo limitada. Los datos de OpenAI, por ejemplo, se presentaron en una entrada de blog sin el respaldo de un informe técnico detallado. Esto deja sin respuesta preguntas cruciales sobre la especificación del modelo evaluado, la metodología utilizada y la posible variabilidad del consumo.

Opiniones de Expertos y Análisis

En el caso de Google, la cifra proporcionada corresponde al consumo mediano por consulta, omitiendo el gasto energético de interacciones más complejas o extensas. Además, estos datos solo consideran el procesamiento de texto, ignorando modalidades como imagen o video, que son cada vez más populares entre los usuarios de IA. Sasha Luccioni, responsable de IA y clima en la plataforma Hugging Face, destacó la necesidad de contar con cifras segmentadas por modalidad.

“A medida que el video y la imagen se vuelven más prominentes y utilizados por más personas, necesitamos cifras de diferentes modalidades y cómo se comparan entre sí”, explicó Luccioni.

Aunque el consumo energético de una consulta aislada es bajo — comparable al de un microondas operando por unos segundos —, el impacto ambiental depende de la escala y diversidad de aplicaciones de la IA. Los especialistas concluyen que para entender el efecto neto sobre el clima, se necesita información minuciosa sobre los distintos usos de la tecnología.

Implicaciones y Futuro de la IA

El auge de centros de datos enfocados en IA ha generado preocupación entre analistas energéticos. Ketan Joshi, especialista en clima y energía, comentó para MIT Technology Review que “la tasa de crecimiento de los centros de datos es indudablemente inusual” y enfatizó que las tecnológicas deberían ser examinadas con un rigor superior al de otras industrias.

Acceder a datos confiables sobre el consumo energético de la IA es tan complejo como intentar medir la eficiencia de un automóvil sin poder conducirlo, según investigadores consultados por el medio científico. Los desafíos de eficiencia y sostenibilidad se intensifican mientras las grandes tecnológicas intentan conciliar sus metas ambientales con el aumento de sus emisiones.

En mayo de 2024, Microsoft reconoció que sus emisiones aumentaron más del 23% desde 2020, principalmente debido a la IA, a pesar de su objetivo de ser carbono negativo para 2030. “Se ha hecho evidente que nuestro camino hacia ser carbono negativo es una maratón, no una carrera de velocidad”, admitió la empresa.

Las compañías del sector argumentan que la IA, a largo plazo, permitirá optimizar recursos y reducir emisiones en otras áreas, pero hasta ahora no hay pruebas de beneficios climáticos netos, fuera de casos anecdóticos.

Proyecciones y Desafíos Futuros

Las proyecciones sobre el desarrollo futuro de la IA añaden incertidumbre al debate energético. OpenAI informó que ChatGPT recibe 2.500 millones de consultas diarias, y el Lawrence Berkeley National Laboratory estimó que, si la demanda sigue creciendo al ritmo actual, la IA podría requerir en 2028 tanta electricidad como el 22% de todos los hogares de Estados Unidos.

A pesar de estas tendencias, en los últimos meses han surgido señales de desaceleración en el sector. El lanzamiento de GPT-5, percibido como un fracaso incluso dentro de OpenAI, ha llevado a algunos críticos a cuestionar si la IA está alcanzando un límite.

Según un estudio del MIT, el 95% de las compañías no obtiene retorno económico de sus fuertes inversiones en IA, lo que debilita el valor bursátil del sector. Esta situación pone en duda la viabilidad económica de expandir los centros de datos destinados a la IA, especialmente cuando la rentabilidad empresarial sigue siendo incierta.

El futuro de la IA y su impacto ambiental continúan siendo temas de intenso debate, con implicaciones significativas para la industria tecnológica y el planeta.