BUENOS AIRES, ARGENTINA – La ciencia ha comenzado a desafiar la antigua noción de que la perseverancia y el bienestar dependen únicamente de la fuerza de voluntad o una mentalidad de “dureza”. En cambio, investigaciones recientes destacan la flexibilidad mental como el verdadero motor detrás de la capacidad para superar obstáculos y mantener el bienestar a largo plazo.
Expertos como la psicóloga deportiva Josephine Perry y el profesor de psicología Todd Kashdan respaldan este enfoque, según informó Science Focus. Subrayan que adaptarse a las circunstancias resulta más efectivo que simplemente resistir a toda costa. Esta distinción entre “dureza mental” y flexibilidad se evidencia claramente en el ámbito deportivo.
Flexibilidad mental vs. dureza mental
Josephine Perry explicó que un corredor enfocado solo en la dureza puede finalizar una maratón, pero corre el riesgo de sacrificar su salud y motivación, dificultando futuros intentos.
“Han dejado de disfrutar el proceso porque todo se centró en el dolor y la incomodidad”,
señaló Perry. En contraste, una mentalidad flexible permite modificar entrenamientos y estrategias, mantener el objetivo y preservar el bienestar.
Esta adaptabilidad también se refleja en el entorno laboral, donde enfrentar desafíos de forma estratégica y sostenible es posible gracias a la flexibilidad. Un estudio citado por Science Focus demostró que trabajadores de centros de llamadas con mayor flexibilidad obtienen mejores rendimientos y se adaptan con eficacia a los retos diarios.
Beneficios comprobados de la flexibilidad mental
La flexibilidad mental no solo mejora el desempeño laboral, sino que también tiene un impacto significativo en la salud mental. Durante la pandemia de COVID-19, la población británica con mayor flexibilidad mental presentó menor incidencia de ansiedad y depresión. Además, un estudio indicó que veteranos militares de Estados Unidos que potenciaron la flexibilidad experimentaron menos síntomas de estrés postraumático.
Algunos psicólogos sostienen que esta cualidad supera tanto a la dureza mental como al pensamiento positivo, ya que permite gestionar emociones incómodas y adaptarse a realidades adversas. Todd Kashdan, director del Well-Being Lab en la George Mason University, define la flexibilidad mental como la capacidad de variar la estrategia ante la falta de resultados.
Claves prácticas para entrenar la mente
Entrenar la mente para ser más flexible permite responder mejor ante la presión y no quedar atrapado en pensamientos rígidos. Perry sugiere que actividades como nadar, practicar yoga o resolver rompecabezas ayudan a observar los propios pensamientos sin presión ni juicio.
El siguiente paso consiste en crear distancia respecto a los pensamientos, conocido como “defusión cognitiva”. El psicólogo Steven Hayes, creador de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), recomienda técnicas como añadir palabras a los pensamientos o cantar las ideas en voz alta para minimizar su impacto.
Papel de los valores y la autocompasión
Identificar valores personales es esencial para la flexibilidad mental. Perry indicó que definir y priorizar los propios valores diferencia las decisiones auténticas del simple cumplimiento de expectativas ajenas. Kashdan advierte que vivir según valores ajenos aleja a las personas de la autenticidad y el bienestar.
La autocompasión y el uso constructivo de las emociones negativas constituyen otro pilar. Sentimientos como la ira pueden aportar coraje, y la envidia, motivación para superarse, siempre que se canalicen de forma positiva. Reconocer los “perfiles de prejuicio emocional” y tratarse con la amabilidad que se ofrecería a un amigo son estrategias útiles para afianzar la flexibilidad mental.
En conclusión, la flexibilidad mental fortalece la capacidad de adaptación ante la adversidad y contribuye a construir una vida coherente con los propios valores y aspiraciones. Las decisiones o actitudes actuales tienen el potencial de determinar el bienestar futuro.