WELLINGTON, NUEVA ZELANDA – Un estilo de vida más sencillo puede ser la clave para mejorar el bienestar personal, según un reciente estudio de la Universidad de Otago. Este estudio sugiere que la simplicidad voluntaria, cuando se combina con una participación activa en la comunidad, puede aumentar significativamente la satisfacción personal.
El estudio, que encuestó a 1.643 personas representativas de la población neozelandesa, exploró cómo diferentes aspectos de la simplicidad voluntaria influyen en la percepción del bienestar. Los investigadores midieron desde hábitos de consumo hasta niveles de satisfacción vital y crecimiento personal, identificando las dimensiones más determinantes para la calidad de vida.
Simplicidad voluntaria: más allá de lo material
La simplicidad voluntaria, según el estudio, va más allá de reducir el número de objetos o mantener un entorno minimalista. Se trata de una elección consciente que desplaza el foco hacia la calidad de las experiencias, las relaciones humanas y la implicación en la vida comunitaria.
El concepto abarca varias dimensiones: simplicidad material, autosuficiencia, compra local, conservación de recursos y, de manera destacada, la beneficencia. Este último se refiere a dedicar tiempo y esfuerzo a ayudar fuera del círculo familiar cercano.
“La conexión con los demás pesa más que la simple reducción de posesiones”, destacan los investigadores.
Los resultados muestran que compartir recursos, colaborar y tejer redes comunitarias tiene un efecto directo más fuerte sobre el bienestar que vaciar estanterías o dejar de comprar. La beneficencia, en particular, está fuertemente relacionada con el bienestar eudaimónico, vinculado al propósito vital y la autorrealización.
Impacto en el bienestar hedónico y eudaimónico
El estudio distingue entre dos tipos de bienestar: el hedónico, relacionado con el placer y las emociones positivas, y el eudaimónico, vinculado al propósito y la realización personal. La simplicidad voluntaria muestra una asociación positiva con ambos, aunque el efecto es más fuerte en el bienestar eudaimónico.
El beneficio principal de este estilo de vida está en construir una vida con sentido, más que en momentos aislados de felicidad. No se detectaron cambios significativos en la percepción de seguridad o estabilidad futura.
“Las políticas que promuevan el intercambio y la vida colaborativa pueden enfrentar la crisis climática y mejorar el bienestar”, sugiere el estudio.
Implicaciones y recomendaciones
El análisis revela diferencias según género, edad e ingresos. Las mujeres reportan beneficios más claros, mientras que en los hombres la asociación es más débil. La edad no altera significativamente los resultados, y quienes ganan más perciben beneficios levemente menores.
El estudio recomienda enfocarse en la acción comunitaria para experimentar los beneficios de la simplicidad voluntaria. Participar en huertos urbanos, intercambios de habilidades o proyectos locales, además de disminuir el consumo, fomenta la colaboración y confianza social, elementos esenciales para el bienestar.
La simplicidad voluntaria no implica renunciar, sino cambiar prioridades: menos objetos y más relaciones, con un propósito renovado. La evidencia científica respalda que este camino puede traducirse en una vida más plena y conectada.
En conclusión, la simplicidad voluntaria, cuando se combina con una vida comunitaria activa, ofrece un modelo no solo para mejorar el bienestar personal, sino también para enfrentar desafíos globales como la crisis climática.