mar. Sep 2nd, 2025

CAMBRIDGE, REINO UNIDO – Un nuevo estudio sugiere que el sesgo de positividad en adultos mayores podría ser un indicador temprano de deterioro cognitivo, antes de que aparezcan los síntomas clásicos de la demencia. Este fenómeno, donde las personas interpretan expresiones faciales ambiguas como felices, ha sido vinculado a cambios en regiones cerebrales clave.

La investigación, publicada en la revista JNeurosci y difundida por Science Focus, explora cómo este sesgo, más allá de ser un mecanismo de bienestar emocional, podría convertirse en una señal de alerta temprana sobre el envejecimiento cerebral. Según el Dr. Noham Wolpe, autor principal del estudio y miembro del Cambridge Centre for Ageing and Neuroscience, los adultos mayores son más propensos a interpretar expresiones ambiguas como “felices” en lugar de “tristes” o “enojadas”.

Vínculos cerebrales y cognitivos

El estudio analizó datos de más de 600 adultos y reveló que el sesgo de positividad no es simplemente un rasgo de personalidad, sino que está relacionado con diferencias estructurales y funcionales en el cerebro. En particular, se identificaron alteraciones en el hipocampo y la amígdala, regiones fundamentales para la memoria y la emoción, así como una conectividad modificada con la corteza orbitofrontal, responsable de ponderar la información emocional y guiar las decisiones.

“En adultos con deterioro cognitivo, los vínculos entre la corteza orbitofrontal y la amígdala se intensifican, lo que podría favorecer la interpretación positiva de estímulos emocionales ambiguos”, explicó Wolpe.

Metodología del estudio

Para llegar a estas conclusiones, el equipo empleó tareas de reconocimiento emocional junto con técnicas avanzadas de neuroimagen. La muestra incluyó a 665 adultos de ambos sexos, seleccionados de una cohorte representativa de la población adulta. Los participantes realizaron pruebas psicométricas para identificar emociones en rostros, mientras se evaluaba su desempeño cognitivo general y se analizaban imágenes cerebrales.

Los resultados indicaron que, además de una reducción general en la precisión para reconocer expresiones, los adultos mayores presentaron umbrales perceptivos más altos para emociones negativas y más bajos para las positivas. Este sesgo se asoció significativamente con un menor rendimiento cognitivo, pero no con síntomas depresivos no clínicos.

Implicaciones para la detección temprana

El Dr. Wolpe subrayó la importancia de estos hallazgos en el contexto del envejecimiento cerebral. “Estas regiones forman una red crucial para interpretar señales emocionales y guiar decisiones”, afirmó. Añadió que el sesgo de positividad podría reflejar cambios cerebrales que preceden a los síntomas típicos de la demencia, como la pérdida de memoria.

“El mensaje clave es que nuestras respuestas emocionales pueden revelar alteraciones cerebrales tempranas mucho antes de que aparezcan los síntomas habituales de la demencia”, puntualizó Wolpe.

El potencial de este sesgo como marcador temprano de neurodegeneración abre nuevas posibilidades para la detección precoz de la demencia. Aunque las pruebas de reconocimiento emocional aún no están listas para reemplazar los test cognitivos convencionales, podrían complementar las herramientas de cribado actuales en el futuro.

Distinción con la depresión leve

El estudio también aporta claridad sobre la distinción entre el sesgo de positividad y los síntomas depresivos. Mientras que investigaciones previas sugerían que este sesgo podría ser un mecanismo adaptativo para mantener el bienestar emocional en la vejez, los datos actuales muestran que su presencia se relaciona más estrechamente con el declive cognitivo y cambios cerebrales, y no con la depresión leve o subclínica.

Con la mirada puesta en el futuro, el equipo de Wolpe ya explora métodos innovadores, como tareas inmersivas en realidad virtual, para captar cómo las personas responden a señales emocionales en contextos más naturales. Además, completaron evaluaciones de seguimiento a los participantes del estudio original, aproximadamente 12 años después de la primera evaluación, y están vinculando estos datos con registros médicos para rastrear diagnósticos de demencia.

Comprender la relación entre las respuestas emocionales y los cambios cerebrales podría allanar el camino hacia una detección más ágil y, en última instancia, intervenciones más tempranas y eficaces frente al deterioro cognitivo asociado al envejecimiento.