WASHINGTON, EE.UU. – Un grupo de manifestantes se congregó el 7 de marzo en Washington para protestar contra los recortes y despidos de la Administración de Trump en agencias federales de investigación médica. Una pancarta destacaba:
“Querías huevos baratos, pero en su lugar te han dado sarampión”.
Durante la primera Administración de Donald Trump, la Casa Blanca desmanteló el panel científico que asesoraba a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) sobre la contaminación atmosférica. Este movimiento tenía como objetivo eliminar los márgenes de contaminantes regulados por la EPA, los cuales afectaban los beneficios de muchas empresas, incluidas las constructoras a las que los Trump deben gran parte de su fortuna.
A pesar de la disolución del panel, los científicos no se desmoralizaron. Continuaron su trabajo de manera independiente y publicaron sus recomendaciones sobre el material particulado en The New England Journal of Medicine, subrayando su impacto en la calidad del aire. Aunque Trump ignoró estas recomendaciones, el artículo fue crucial para diseñar acciones legales futuras. Este acto subraya un mensaje fundamental: un Gobierno no puede amordazar a sus científicos.
La Ciencia Bajo Ataque
La Administración Trump ha intensificado sus esfuerzos para controlar la ciencia en su segundo mandato. A pesar de las recomendaciones de los científicos de la FDA sobre nuevas vacunas de ARN mensajero, el secretario de Salud, Robert Kennedy, ha reducido drásticamente la financiación para la investigación de estos fármacos, cruciales no solo contra epidemias sino también contra el cáncer.
En un movimiento similar, los científicos que asesoraban a los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) y que apoyaban las vacunas fueron despedidos. La financiación de proyectos incómodos para el poder ha sido eliminada, y las webs que ofrecían información científica han sido retiradas. La comunidad científica define estas acciones como autoritarismo, pero las quejas no son suficientes. Se necesita una resistencia más activa.
Propuestas de Resistencia Civil
Gretchen Goldman, presidenta del Sindicato de Científicos Preocupados, y Erica Chenoweth, profesora de la Universidad de Harvard, han propuesto en un editorial de la revista Science que la comunidad científica adopte un papel activo para contrarrestar los ataques del Gobierno. Chenoweth incluso ha tenido que aclarar que sus opiniones no representan a Harvard, reflejando la presión política sobre las instituciones académicas.
La revista Science, junto con su editor Holden Thorp, ha mantenido una postura crítica frente a la política científica de Trump durante todo el año. Nature, aunque británica, también ha sido vocal en su oposición. Enfrentarse a la Administración desde dentro de EE.UU. requiere valor, especialmente para publicaciones como Science.
Construyendo Alternativas
Goldman y Chenoweth sugieren:
“Construir instituciones alternativas fuera del Gobierno que reduzcan la dependencia del régimen autoritario, disminuir el poder y la relevancia de este sobre el día a día y mantener lugares de pensamiento independiente puede ser vital tanto para preservar la ciencia como para defender la democracia”.
Los asesores científicos despedidos de los CDC están organizando una versión alternativa del centro. Estas iniciativas civiles de resistencia científica ofrecen una luz al final del túnel, demostrando que la comunidad científica no solo resiste, sino que también busca nuevas formas de operar y proteger la integridad de la ciencia.
El futuro de la ciencia en EE.UU. depende de la capacidad de sus defensores para adaptarse y resistir frente a las presiones políticas. La comunidad científica está llamada a ser no solo un bastión de conocimiento, sino también un pilar de la democracia en tiempos de autoritarismo.