ESPERANZA, MÉXICO – En las alturas de los bosques nublados de Mesoamérica, las plantas están en una carrera silenciosa hacia las cumbres. En el poblado de Esperanza, estado de Oaxaca, México, los árboles de un bosque de niebla se alzan en busca de un refugio más fresco. Desde 1979, las especies vegetales en esta región han ascendido entre 1,8 y 2,7 metros por año, un fenómeno impulsado por el cambio climático.
El clima que por décadas fue hogar de estas plantas ya no es apto para su supervivencia. Este desplazamiento hacia altitudes mayores es una respuesta a las alteraciones ambientales, similar al comportamiento de animales y humanos que buscan nuevos hábitats ante condiciones adversas. Según Santiago Ramírez Barahona, autor principal de un estudio publicado en la revista Science, “es una señal importante de que los impactos ecológicos de esta crisis son más complejos de lo que creemos”.
Un ecosistema en riesgo
Los bosques de niebla de Mesoamérica, que se extienden desde México hasta Panamá, representan apenas el 1% de la superficie terrestre de la región. Sin embargo, albergan una biodiversidad impresionante: más de 6.000 especies de plantas vasculares, lo que equivale al 18% de la diversidad vegetal de toda Mesoamérica. A pesar de su riqueza, menos del 20% de estos bosques están protegidos, lo que los hace extremadamente vulnerables.
Ángela Cuervo, coautora del estudio y académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala que “estos bosques son uno de los ecosistemas más frágiles”. La falta de datos precisos sobre el desplazamiento de las especies complica aún más la situación. “Lo ideal sería tener un censo de árboles que se actualice cada cinco, diez o veinte años”, añade.
Metodología innovadora
Ante la escasez de información, los investigadores tuvieron que ser creativos. Utilizaron datos del Global Biodiversity Information Facility, un repositorio global que documenta especies con coordenadas y fechas. Combinando esta información con imágenes satelitales, lograron rastrear el movimiento de 1.021 plantas en los bosques de niebla de Mesoamérica. La conclusión fue clara: alrededor del 36% de las especies han migrado a altitudes más elevadas.
El cambio climático y la deforestación están alterando las condiciones del hábitat, dejando a las plantas más sensibles en una encrucijada. Las zonas bajas son demasiado cálidas, y las más altas, aunque más frescas, no siempre garantizan la supervivencia debido a temperaturas extremas o la tala de bosques.
Impacto en el equilibrio ecológico
El desplazamiento no es uniforme. “Solo una tercera parte de las plantas se están movilizando”, reflexiona Ramírez. La interacción entre diferentes especies, que ha evolucionado durante miles de años, está siendo desintegrada por el cambio climático. “Podría entenderse como una desintegración del bosque que, incluso para los términos humanos, dejaría de funcionar”, advierte el biólogo, subrayando la importancia de estos ecosistemas en la provisión de agua.
“Mientras se está fuera del bosque, puede que no esté lloviendo, pero no hace falta más que asomarse dentro de sus árboles para sentir la llovizna”, recuerda Ramírez sobre sus visitas a los bosques de niebla.
Este fenómeno no solo afecta a las plantas. La pérdida de biodiversidad y la alteración de los ecosistemas pueden tener consecuencias devastadoras para las comunidades humanas que dependen de estos bosques para su sustento. La necesidad de medidas de conservación y protección se hace cada vez más urgente.
En conclusión, el desplazamiento de las plantas en los bosques nublados de Mesoamérica es un claro indicativo de los retos que plantea el cambio climático. La comunidad científica y los gobiernos deben trabajar de manera conjunta para mitigar estos efectos y proteger estos vitales ecosistemas antes de que sea demasiado tarde.