mar. Jul 1st, 2025

ESPERANZA, MÉXICO – En los bosques de niebla de Mesoamérica, las plantas están emprendiendo una silenciosa pero significativa migración hacia altitudes más elevadas. Desde 1979, estas especies vegetales han comenzado a desplazarse entre 1,8 y 2,7 metros por año, en un intento por adaptarse a las nuevas condiciones climáticas que las amenazan en sus hábitats tradicionales.

Este fenómeno ha sido documentado en un estudio reciente liderado por Santiago Ramírez Barahona, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El estudio, que ha sido destacado en la portada de la edición de marzo de la revista Science, revela la complejidad de los impactos ecológicos del cambio climático en estos ecosistemas.

El frágil ecosistema de los bosques de niebla

Los bosques de niebla, que se extienden desde México hasta Panamá, representan apenas el 1% de la superficie terrestre de la región. Sin embargo, albergan más de 6.000 especies de plantas vasculares, lo que equivale al 18% de la diversidad vegetal de toda Mesoamérica. Pese a su riqueza, menos del 20% de estos bosques están protegidos, lo que los convierte en uno de los ecosistemas más vulnerables.

Ángela Cuervo, coautora del estudio y también investigadora de la UNAM, señala que la falta de protección y datos sobre el desplazamiento de las especies agrava la situación. “Estos bosques son uno de los ecosistemas más frágiles”, afirma Cuervo, subrayando la necesidad de un censo regular de árboles para monitorear los cambios.

Innovación en la investigación

Ante la ausencia de datos históricos, los investigadores recurrieron al Global Biodiversity Information Facility, un repositorio global que recopila información sobre la biodiversidad mundial. Utilizando estos datos, junto con imágenes satelitales de elevaciones y relieves, el equipo pudo rastrear el movimiento de 1.021 especies de plantas en los bosques de niebla de Mesoamérica.

El estudio concluye que alrededor del 36% de estas especies han migrado a zonas más altas, en respuesta a las nuevas condiciones impuestas por el cambio climático y la deforestación. Sin embargo, no todas las especies están en movimiento, lo que plantea preguntas sobre su capacidad de adaptación.

“A mí lo que más me ha hecho reflexionar es que solo una tercera parte y no todas las plantas se estén movilizando”, comenta Ramírez.

Implicaciones para el futuro

El desplazamiento de las plantas no solo afecta a las especies individuales, sino que también tiene implicaciones para la integridad del ecosistema en su conjunto. Ramírez compara la situación con una multitud de cucarachas que huyen en diferentes direcciones cuando se enciende una luz, destacando la ruptura de las relaciones simbióticas que han evolucionado durante miles de años.

La “desintegración del bosque”, como la describe Ramírez, podría tener consecuencias significativas para los humanos, ya que estos ecosistemas son cruciales para la provisión de agua. La humedad de los bosques de niebla es tan intensa que, incluso sin lluvia, la llovizna se siente al adentrarse en ellos.

A medida que el cambio climático continúa alterando los paisajes naturales, es crucial que los esfuerzos de conservación se intensifiquen para proteger estos valiosos ecosistemas y las especies que dependen de ellos. La investigación en curso podría proporcionar las claves necesarias para desarrollar estrategias efectivas de conservación que mitiguen los efectos del cambio climático en los bosques de niebla de Mesoamérica.