sáb. Ago 2nd, 2025

LIMA, PERÚ – Julio siempre nos recuerda quiénes somos. Con la bandera en las calles, la música en las plazas y las mesas llenas, vuelven las ganas de celebrar lo nuestro, de mirar al país con cariño y con algo de orgullo. Y si hay algo que nunca falta en esa celebración es el pisco. Nos acompaña desde siempre, en la mesa familiar, en los brindis de toda una vida, en los momentos que queremos recordar. Pero hoy, más que nunca, ese pisco que creíamos conocer está brillando con fuerza fuera del Perú. Está ganando premios, entrando a nuevas barras, llegando a países lejanos. Está creciendo. Y con él, también crece la posibilidad de que el mundo nos conozca de otra manera.

Este 2025, en el San Francisco World Spirits Competition, uno de los concursos de destilados más importantes del mundo, el pisco peruano obtuvo ocho medallas. Tres de ellas fueron Doble Oro, una distinción que se entrega únicamente cuando todos los jueces califican un destilado con notas excepcionales. Es decir, un consenso total sobre su calidad. Intipalka Italia Mosto Verde y Santiago Queirolo Acholado alcanzaron 98 puntos, la puntuación más alta en sus categorías. El Intipalka Acholado recibió 96 puntos, y el resto del portafolio de Viñas Queirolo sumó tres medallas de Oro y dos de Plata. No es un caso aislado. Es el resultado de un camino largo, de trabajo serio, de años de compromiso con el origen, la técnica y el sabor.

El auge de la coctelería peruana

En un país donde la gastronomía ha conquistado al mundo, estos logros señalan una nueva etapa. Porque si ya hemos logrado entrar en las listas más importantes con nuestros restaurantes, ahora el siguiente paso es consolidar nuestra presencia en el universo de la coctelería. Tenemos los productos, el talento, las historias y los sabores. Pero aún falta visibilidad, estructura y estrategia. La coctelería peruana está creciendo, sí, pero todavía tiene todo por ganar. Y el pisco puede ser su mejor embajador.

Hoy en día, más de treinta países importan pisco peruano. El 40% de esas exportaciones va a Estados Unidos, seguido de mercados como España, Japón, Alemania y otros destinos de Asia y América Latina. A nivel interno, el consumo ha crecido de forma sostenida y ya bordea los 5.9 millones de litros anuales. Cada vez más peruanos se animan a explorar las distintas variedades de uva —Quebranta, Italia, Torontel, Albilla— y a diferenciar los métodos de producción. Porque no todos los piscos se hacen igual.

La tradición y la innovación en la producción de pisco

El método del mosto verde, por ejemplo, detiene la fermentación antes de tiempo para conservar los azúcares naturales de la uva. El resultado es un pisco más suave, complejo y aromático. El mosto completamente fermentado, en cambio, da lugar a piscos más secos, directos, estructurados. Ambos estilos fueron premiados este año, lo que habla no solo de la calidad de la uva, sino de la maestría técnica que hay detrás. En el caso de Viñas Queirolo, que celebra 145 años de historia, el reconocimiento no es solo al producto final, sino a una manera de hacer las cosas que respeta el pasado y mira hacia adelante.

“El pisco no es simplemente una bebida. Es cultura líquida. Es un territorio que se destila, una memoria que se embotella.”

Un futuro prometedor para el pisco peruano

Todo esto nos recuerda que el pisco no es simplemente una bebida. Es cultura líquida. Es un territorio que se destila, una memoria que se embotella. Y sobre todo, es una posibilidad: la de contarle al mundo quiénes somos desde un lugar auténtico y propio.

Hay una historia que seguimos escribiendo. Hay un Perú que se abre paso desde el sabor. Un Perú que celebra, sí, pero que también se proyecta. Porque el pisco —nuestro pisco— ya no es solo motivo de orgullo. Es también una oportunidad. Y sabe a victoria.