ACAPULCO, MÉXICO – La devastación causada por el huracán Otis en Acapulco ha dejado una marca imborrable en esta ciudad costera, que enfrentó sola la furia del fenómeno natural más potente registrado en el Pacífico mexicano. Sin embargo, un reciente estudio publicado en la revista Science Direct sugiere que la historia podría haber sido diferente si los manglares que una vez protegieron la región no hubieran sido eliminados.
Investigadores de la Universidad Autónoma de Guerrero y la Universidad de California han cuantificado el impacto de esta pérdida ecológica. Según el estudio, si la franja de manglares que existía en 1980 hubiera permanecido intacta, se habría podido evitar el 5% de la destrucción causada por el huracán Otis. Esta cifra, aunque aparentemente pequeña, representa un ahorro significativo en términos económicos y de infraestructura.
El valor de los manglares como barrera natural
El biólogo marino Octavio Aburto, del Instituto de Oceanografía Scripps en la Universidad de California San Diego, ha dedicado más de dos décadas al estudio de los manglares. Aburto y su equipo utilizaron imágenes satelitales y datos del Sistema de Monitoreo de Manglares de México para analizar cómo la deforestación de estos ecosistemas ha incrementado la vulnerabilidad de Acapulco frente a desastres naturales.
“Hemos demostrado que económicamente es más rentable mantener ecosistemas saludables como los manglares, en lugar de priorizar desarrollos turísticos que los destruyen”, explica Aburto. Según datos de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros, las aseguradoras pagaron 1.900 millones de dólares tras el paso de Otis, una cifra que podría haberse reducido significativamente con la presencia de los manglares.
Impacto económico y humano del huracán Otis
La Organización Meteorológica Mundial confirmó que Otis fue el evento climático más costoso de 2023, con pérdidas que alcanzaron los 15.000 millones de dólares. Además, el huracán dejó un saldo trágico de 52 fallecidos y 31 desaparecidos, la mayoría marineros que intentaban proteger embarcaciones durante la tormenta.
El estudio de Aburto revela que cada kilómetro de separación adicional entre la infraestructura y los manglares aumentó en un 2% la destrucción causada por el huracán. En términos concretos, si la distribución de los manglares de 1981 se hubiera mantenido, se habrían salvado 164 hectáreas de vegetación, 85 hectáreas de infraestructura y 29 viviendas.
La pérdida de manglares: una tendencia global
En Guerrero, más del 50% de los manglares han desaparecido desde 1979, pasando de 16.350 hectáreas a solo 7.730. Esta reducción es parte de una tendencia global acelerada. Según Zhimin Wu, director de la División Forestal de la FAO, el 20% de los manglares del mundo se ha perdido en los últimos 40 años.
México, siendo el cuarto país con mayor superficie de manglares, enfrenta un riesgo elevado debido a su geografía y desigualdad social. El World Risk Index clasifica al país como el cuarto más vulnerable al cambio climático y el segundo más expuesto a desastres naturales.
Un llamado a la acción
Con la frecuencia de huracanes en aumento, los científicos instan a buscar soluciones sostenibles. “No se trata solo de reconstruir lo que tenía Acapulco antes, sino de restaurar los manglares junto con las fuentes de trabajo”, señala Aburto. “Es esencial que las grandes lagunas recuperen su estado original para proteger a las comunidades costeras en el futuro”.
El equipo de investigación planea continuar su estudio con un enfoque más detallado, utilizando drones y entrevistas en colaboración con investigadores locales. “Queremos averiguar si los manglares ayudaron a salvar vidas, lo cual sería un hallazgo crucial”, concluye Aburto.