mar. Jul 1st, 2025

CIUDAD/PAÍS – En un mundo donde la higiene es cada vez más crucial para la salud pública, las etiquetas de desinfectantes que prometen eliminar el 99,9% de los gérmenes se han vuelto omnipresentes. Sin embargo, estos productos nunca afirman alcanzar una eficacia del 100%, un detalle que esconde un fundamento científico profundo.

La eficacia del 99,9% en los desinfectantes refleja un equilibrio entre ciencia y práctica. Según Hassan Vally, en un artículo retomado por la revista Popular Science, este porcentaje es el resultado de un desafío matemático y biológico que combina la microbiología con principios matemáticos avanzados.

El decaimiento logarítmico: la clave del 99,9%

Un desinfectante es una sustancia diseñada para inactivar bacterias, virus y otros microorganismos en superficies. Aunque la mayoría de los microbios son inofensivos, o incluso beneficiosos, un pequeño porcentaje puede provocar enfermedades. En contextos domésticos, donde los objetos y superficies están expuestos a millones de microorganismos, estos productos son aliados clave para minimizar riesgos.

La forma en que funcionan los desinfectantes sigue un patrón conocido como decaimiento logarítmico. En lugar de eliminar una cantidad fija de microbios en cada momento, su acción reduce un porcentaje específico de la población inicial. Por ejemplo, un producto que elimina el 90% de los gérmenes cada minuto dejará, tras el primer minuto, un 10% del total original. Al minuto siguiente, solo quedará el 1%.

Este fenómeno implica que mientras más pequeña sea la población remanente, más lento será el ritmo de eliminación. Por esta razón, no es posible afirmar científicamente que un desinfectante elimine el 100% de los microorganismos. Como explicó Vally, si se parte de una superficie con una gran carga microbiana, una reducción del 99,9% puede seguir dejando miles, o incluso millones, de microorganismos activos.

Más allá del laboratorio: desafíos del mundo real

En condiciones de laboratorio, los desinfectantes pueden demostrar un alto nivel de eficacia bajo parámetros controlados. Sin embargo, en escenarios cotidianos, factores como el tiempo de exposición, el tipo de superficie y las condiciones ambientales (como temperatura y humedad) afectan su rendimiento.

Por ejemplo, muchos productos sugieren dejar el desinfectante en la superficie durante un tiempo específico antes de limpiarlo. Esta instrucción, a menudo ignorada, es crucial para maximizar la eliminación de microbios. Además, los microorganismos encontrados en ambientes domésticos pueden ser más resistentes que los utilizados en pruebas de laboratorio.

“El tiempo de contacto con el desinfectante es crucial para reducir la carga microbiana; leer las instrucciones garantiza mejores resultados.”

El papel esencial de los desinfectantes y las prácticas complementarias

A pesar de las limitaciones inherentes, el uso de desinfectantes sigue siendo fundamental para reducir la exposición a patógenos y prevenir enfermedades. Su incapacidad de garantizar una eficacia absoluta no resta valor a su importancia en el control de infecciones.

Sin embargo, deben entenderse como una herramienta dentro de un enfoque más amplio de higiene, que incluye medidas como el lavado de manos frecuente y la limpieza regular de superficies. Como subrayó Vally, los desinfectantes no eliminan completamente la necesidad de responsabilidad individual en la higiene.

“El uso de desinfectantes es clave, pero nunca debe sustituir prácticas esenciales como el lavado frecuente de manos, una de las barreras más efectivas contra infecciones”, destacan los expertos.

Una perspectiva científica para maximizar la higiene

El hecho de que los desinfectantes no eliminen el 100% de los gérmenes no es una deficiencia, sino una consecuencia natural de las leyes de la microbiología y las matemáticas. Esta comprensión científica, además de destacar la necesidad de usarlos correctamente, sugiere complementarlos con otras prácticas de higiene.

A través de un enfoque integral, es posible maximizar la protección contra los microbios dañinos que, aunque minoritarios, pueden tener un impacto significativo en la salud humana. En última instancia, la combinación de desinfectantes con prácticas de higiene personal robustas ofrece la mejor defensa contra las enfermedades infecciosas en el hogar.