sáb. Jul 26th, 2025

BUENOS AIRES, ARGENTINA – Reducir el azúcar añadido en la dieta es una estrategia respaldada por la ciencia para prevenir enfermedades cardiovasculares. Esta tendencia ha ganado popularidad en redes sociales y foros de salud, con testimonios de mejoras significativas en el bienestar físico y mental. Sin embargo, expertos en nutrición advierten que los extremos no son recomendables.

Según un artículo de Women’s Health, los especialistas sugieren una alternativa equilibrada: limitar el azúcar añadido y construir hábitos sostenibles en lugar de buscar una eliminación absoluta. Este enfoque permite disfrutar de una alimentación variada y placentera, sin caer en restricciones contraproducentes.

¿Qué implica una dieta sin azúcar?

El concepto de “dieta sin azúcar” carece de una definición única, lo que genera confusión. Scott Keatley, dietista registrado y copropietario de Keatley Medical Nutrition Therapy en Nueva York, explicó que algunas corrientes promueven la eliminación total de todos los azúcares, incluidos los naturales presentes en frutas y lácteos. Sin embargo, la recomendación más común es reducir al mínimo el azúcar añadido mientras se mantienen los azúcares naturales en la dieta.

El azúcar añadido se encuentra en bebidas, comidas preparadas y productos ultraprocesados, incluso cuando no es evidente. Esto incluye la miel y jarabes como el de arce o de arroz integral. Muchas personas consumen azúcar añadido inadvertidamente, lo que subraya la importancia de revisar las etiquetas de los productos.

Impacto en la salud cardiovascular

Un estudio publicado en la revista JAMA Internal Medicine evaluó a más de 30,000 adultos en Estados Unidos. Los resultados mostraron que quienes consumían el mayor porcentaje de calorías en forma de azúcares añadidos tenían un 38% más de riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares que aquellos que limitaban su ingesta al 10% de las calorías totales. Estos hallazgos refuerzan la importancia de reducir el azúcar añadido para proteger la salud cardiovascular.

Además, el consumo excesivo de azúcar añadido se asocia con un mayor riesgo de caries dental y enfermedades metabólicas. Los productos altos en azúcar añadido a menudo contienen grasas saturadas y trans, vinculadas a enfermedades cardíacas.

Recomendaciones de los expertos

El consenso entre los expertos es que el cuerpo necesita carbohidratos de alimentos naturales, no de azúcares añadidos. Keatley sugiere priorizar los azúcares de alimentos integrales, como frutas y verduras, en lugar de bebidas o ultraprocesados. Esto ayuda a mantener la energía y la satisfacción nutricional.

Es seguro limitar el azúcar añadido siempre que no se restrinjan grupos enteros de alimentos. Es importante estar atento a señales como ansiedad o sensación de privación, que indican la necesidad de ajustes en la dieta. No es necesario renunciar de por vida a un postre ocasional; disfrutarlo con moderación es compatible con una alimentación saludable.

Construyendo hábitos sostenibles

La clave está en priorizar la reducción del azúcar añadido, buscar el equilibrio y no obsesionarse con la perfección alimentaria. Este enfoque permite construir hábitos sostenibles y cuidar la salud general. Reducir el azúcar añadido es una estrategia eficaz para mejorar la salud cardiovascular y metabólica, y adoptar este enfoque realista permite disfrutar de una alimentación variada y sostenible a largo plazo.

En resumen, el éxito radica en limitar los edulcorantes industriales y productos ultraprocesados sin extremismos. Así, es posible consolidar el bienestar integral y prevenir riesgos de salud.