dom. Sep 14th, 2025

CIUDAD DE MÉXICO – En el mundo empresarial, centrarse exclusivamente en los riesgos y en lo que podría salir mal puede proporcionar una sensación de seguridad. Sin embargo, adoptar una postura defensiva de manera permanente puede limitar el potencial de una organización. Al igual que en los deportes, jugar con miedo y enfocarse solo en no perder puede reducir la creatividad y la capacidad de reconocer oportunidades. La esperanza, por otro lado, puede ser una fuerza poderosa para ayudar a las organizaciones a prosperar.

La ciencia del comportamiento ha demostrado que la esperanza puede impulsar resultados positivos tanto para individuos como para organizaciones. A diferencia del optimismo, que es la creencia de que el futuro será favorable, la esperanza implica la creencia de que las cosas podrían salir bien, pero también que las acciones importan en un contexto de incertidumbre. En un estudio, se encontró que la esperanza, más que el optimismo, predijo el rendimiento entre los estudiantes de derecho.

La esperanza como motor de cambio en el trabajo

Las personas que tienen esperanza tienden a trabajar duro y a pensar de manera amplia. Un metaanálisis reciente de más de 11,000 empleados reveló que la esperanza estaba correlacionada con el bienestar y la moral positiva en el trabajo. Además, la esperanza fomenta ciclos virtuosos entre colegas, creando un ambiente de trabajo más colaborativo y positivo.

En muchos lugares de trabajo, estos ciclos de amabilidad pueden parecer lejanos, especialmente cuando el sesgo negativo domina la conversación. Sin embargo, la esperanza es una habilidad que se puede aprender y cultivar. Aunque algunas culturas la han estereotipado como ingenua o incluso peligrosa, en realidad puede ser una herramienta útil para fomentar la innovación y la ejecución de estrategias ambiciosas.

Estrategias para fomentar la esperanza organizacional

Los investigadores han estudiado cómo fomentar la esperanza en personas que enfrentan adversidades, como estudiantes desfavorecidos o pacientes con enfermedades crónicas. Sin embargo, estas ideas también pueden aplicarse a las organizaciones. Aquí se presentan tres pasos clave que los líderes pueden tomar para crear culturas esperanzadoras:

1. Establecer objetivos basados en valores compartidos

La esperanza organizacional requiere objetivos compartidos. Los líderes pueden recordar a sus equipos lo que tienen en común. Por ejemplo, la declaración de misión de Patagonia, “Estamos en el negocio para salvar nuestro hogar, el planeta”, se centra en valores que resuenan con sus empleados.

2. Empoderar a los empleados

La esperanza florece cuando las personas sienten que tienen control sobre su futuro. Los líderes pueden fomentar esto delegando tareas importantes y permitiendo más autonomía. Esto podría incluir la entrega puntual de un producto, el desarrollo de habilidades técnicas o una conexión más profunda con el equipo.

3. Celebrar el progreso

La desesperanza puede crecer como una bola de nieve, pero la esperanza también puede fortalecerse. Una manera de consolidar un sentido de eficacia es prestar atención al progreso y celebrarlo. Enfocar a las personas en sus logros y en cómo han tomado control de sus vidas laborales aumenta la probabilidad de que sientan que tienen capacidad de acción en el futuro.

El futuro de la esperanza en los negocios

Adoptar la esperanza como estrategia de negocio no solo mejora el ambiente laboral, sino que también puede llevar a mejores resultados organizacionales. Las empresas que alinean la imaginación y la voluntad de su gente están mejor equipadas para ejecutar sus estrategias más ambiciosas. A medida que las organizaciones enfrentan desafíos cada vez más complejos, la esperanza puede ser el motor que impulse la innovación y la resiliencia.

En conclusión, mientras que el enfoque en los riesgos es necesario, la esperanza ofrece un camino hacia un futuro más prometedor. Al cultivar una cultura de esperanza, las empresas no solo evitan perder, sino que también se posicionan para ganar en un entorno competitivo en constante cambio.