dom. Jul 6th, 2025

CIUDAD/PAÍS – En un mundo donde la energía nuclear se posiciona como una alternativa limpia y viable frente a los combustibles fósiles, el manejo de los residuos radiactivos se convierte en una preocupación crítica. Estos desechos, peligrosos durante miles de años, requieren soluciones de almacenamiento seguras y permanentes para evitar riesgos futuros.

Ante el aumento global en la producción de energía nuclear, la gestión de los residuos radiactivos se presenta como un desafío urgente. Según un informe de la revista Science Focus, las estructuras temporales actuales, hechas de concreto y acero, no son suficientes para garantizar la seguridad a largo plazo, lo que subraya la necesidad de desarrollar estrategias más permanentes.

El papel de los arqueólogos nucleares

En la búsqueda de soluciones, los “arqueólogos nucleares” emergen como una figura clave. Estos especialistas se dedican a rastrear, identificar y evaluar los residuos radiactivos acumulados. Tom Scott, profesor de materiales de la Universidad de Bristol, es un ejemplo de este esfuerzo. Su trabajo en la planta química Prydniprovsky en Ucrania, un sitio contaminado desde la disolución de la Unión Soviética, utiliza tecnología robótica avanzada para mapear áreas con alta radiación.

Scott emplea el perro robótico “Spot” de Boston Dynamics, equipado con sensores de radiación, para explorar estos peligrosos sitios. Este enfoque innovador no solo ayuda a identificar los residuos existentes, sino que también proporciona datos cruciales para desarrollar estrategias de almacenamiento más seguras.

Estrategias actuales y proyecciones futuras

Actualmente, los residuos radiactivos de alto nivel se almacenan en instalaciones temporales sobre la superficie. Sin embargo, estas estructuras requieren renovaciones periódicas, lo que no es sostenible a largo plazo. Un informe proyecta que para 2125, solo el Reino Unido podría acumular suficientes desechos para llenar 1.900 piscinas olímpicas, destacando la urgencia de soluciones permanentes.

Entre las estrategias más prometedoras está el desarrollo de instalaciones geológicas de disposición (GDF), que almacenan los residuos a profundidades de entre 200 y 1.000 metros bajo tierra. El depósito de combustible nuclear gastado de Onkalo en Finlandia es un ejemplo de este tipo de “tumbas nucleares”, consideradas la opción más segura para proteger a las generaciones futuras.

Robert Winsley, líder en diseño de los Servicios de Residuos Nucleares del Reino Unido, afirma que este enfoque ofrece una protección multi-barrera, tanto tecnológica como geológica, que previene que la radioactividad regrese a la superficie.

Desafíos y consideraciones para el futuro

El almacenamiento seguro de desechos radiactivos enfrenta múltiples desafíos, especialmente ante eventos catastróficos como guerras, desastres naturales o glaciaciones futuras. Es crucial identificar sitios geológicamente estables capaces de soportar estos eventos durante milenios.

Además, es vital comunicar a las generaciones futuras los peligros de estas instalaciones. Algunas propuestas innovadoras incluyen la creación de un “sacerdocio atómico” para mantener vivo el mensaje de advertencia, destacando la importancia de transmitir la existencia de estos riesgos.

Conforme los países avanzan en la construcción de nuevas instalaciones nucleares y la demanda de alternativas energéticas limpias crece, la gestión de los residuos radiactivos se presenta como un desafío de proporciones históricas. Garantizar que estos residuos no causen daño a las generaciones futuras es una tarea monumental y urgente, cuya resolución podría representar uno de los legados más duraderos del siglo XXI.