mar. Jul 1st, 2025

HELSINKI, FINLANDIA – La energía nuclear se perfila como una alternativa limpia y de bajo carbono frente a las fuentes de energía fósiles. Sin embargo, el aumento en su producción global ha traído consigo el desafío urgente de gestionar los residuos radiactivos, que representan un peligro duradero durante miles de años.

Ante este escenario, la comunidad internacional busca soluciones eficaces para el almacenamiento seguro de estos residuos, evitando riesgos futuros. La revista Science Focus ha destacado varios proyectos actuales que abordan esta necesidad crítica.

El auge de la energía nuclear y sus residuos

La energía nuclear ha ganado terreno como una opción viable para reducir las emisiones de carbono. Sin embargo, la generación de grandes cantidades de residuos radiactivos, que pueden permanecer peligrosos por milenios, plantea un desafío significativo. Actualmente, estos residuos se almacenan en instalaciones temporales sobre la superficie terrestre, construidas con concreto y acero, que requieren renovaciones periódicas.

El profesor Tom Scott, de la Universidad de Bristol, es uno de los “arqueólogos nucleares” que trabaja en la identificación y evaluación de residuos radiactivos acumulados. Su investigación en la planta química Prydniprovsky en Ucrania, un sitio contaminado tras la disolución de la Unión Soviética, utiliza tecnología robótica avanzada, como el perro robótico “Spot” de Boston Dynamics, para mapear con precisión estos sitios peligrosos.

Estrategias para un almacenamiento seguro

La necesidad de soluciones permanentes para el almacenamiento de residuos nucleares es urgente. Un informe proyecta que para el año 2125, solo el Reino Unido podría acumular un volumen de desechos radiactivos suficiente para llenar 1.900 piscinas olímpicas. Esto subraya la importancia de desarrollar estrategias más permanentes y seguras.

Una de las soluciones más prometedoras es el desarrollo de instalaciones geológicas de disposición (GDF, por sus siglas en inglés), que almacenan los residuos a profundidades de entre 200 y 1.000 metros bajo tierra. El depósito de combustible nuclear gastado de Onkalo en Finlandia es un ejemplo de esta tecnología, considerada una de las opciones más seguras.

“Las tumbas nucleares subterráneas ofrecen una protección multi-barrera, tanto tecnológica como geológica, que previene que la radioactividad regrese a la superficie”, afirma Robert Winsley, líder en diseño de los Servicios de Residuos Nucleares del Reino Unido.

Desafíos futuros y la importancia de la comunicación

El almacenamiento seguro de desechos radiactivos enfrenta múltiples retos, especialmente ante posibles eventos catastróficos como guerras, desastres naturales o glaciaciones futuras. Es crucial identificar sitios geológicamente estables que puedan soportar estos eventos durante milenios.

Además, es vital comunicar a las generaciones futuras los peligros de estas instalaciones. Propuestas innovadoras, como la creación de un “sacerdocio atómico” para mantener vivo el mensaje de advertencia, destacan la importancia de transmitir la existencia de estos riesgos.

Conforme los países avanzan en la construcción de nuevas instalaciones nucleares y la demanda de alternativas energéticas limpias crece, la gestión de los residuos radiactivos se presenta como un desafío histórico. Garantizar que estos residuos no causen daño a las generaciones futuras es una tarea monumental y urgente, cuya resolución podría representar uno de los legados más duraderos del siglo XXI.