dom. Jul 6th, 2025

CIUDAD DE MÉXICO – Una dieta baja en calorías podría aumentar el riesgo de desarrollar síntomas depresivos, según una investigación reciente publicada en la revista BMJ Nutrition Prevention & Health. El estudio sugiere que las personas con sobrepeso son especialmente vulnerables a los efectos negativos de una alimentación restrictiva.

Los investigadores explican que, mientras una dieta saludable rica en alimentos mínimamente procesados, frutas y verduras frescas, cereales integrales, frutos secos, semillas, proteínas magras y pescado se asocia generalmente con un menor riesgo de depresión, una dieta menos saludable, dominada por alimentos ultraprocesados, carbohidratos refinados, grasas saturadas, carnes procesadas y dulces, tiende a aumentar dicho riesgo.

Explorando la relación entre dieta y depresión

El estudio se basó en datos de 28,525 adultos encuestados, recopilados entre 2007 y 2018, a través de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES) de Estados Unidos. Estos participantes completaron el Cuestionario de Salud del Paciente-9 (PHQ-9) para evaluar la gravedad de los síntomas depresivos.

De los encuestados, 2,508 personas (cerca del 8%) reportaron síntomas depresivos. Además, 7,995 participantes (29%) tenían un peso saludable, 9,470 (33%) tenían sobrepeso y 11,060 (38%) eran obesos. Se les preguntó si seguían alguna dieta específica, ya fuera para perder peso o por motivos de salud, y se clasificaron en cuatro grupos: dietas restrictivas en calorías, restrictivas en nutrientes, patrones dietéticos establecidos y sin dieta.

Impacto de las dietas restrictivas

El estudio reveló que las dietas restrictivas en calorías se asociaron con puntuaciones más altas de síntomas cognitivos-afectivos, mientras que las dietas restrictivas en nutrientes se vincularon con puntuaciones más elevadas de síntomas somáticos. Estas asociaciones variaron según el sexo, siendo más pronunciadas en hombres.

Los investigadores también observaron que las personas obesas que seguían un patrón dietético establecido presentaban puntuaciones más altas en síntomas cognitivos-afectivos y somáticos en comparación con aquellas con un peso saludable que no seguían una dieta.

Contradicciones y nuevas perspectivas

Este estudio observacional no permite establecer conclusiones firmes sobre la causalidad, y sus hallazgos contradicen investigaciones previas que sugieren que las dietas bajas en calorías pueden mejorar los síntomas depresivos. Sin embargo, los autores señalan que estudios anteriores eran principalmente ensayos controlados aleatorizados, donde los participantes seguían dietas cuidadosamente diseñadas que aseguraban una ingesta equilibrada de nutrientes.

En contraste, las dietas hipocalóricas y la obesidad pueden conducir a deficiencias nutricionales, particularmente de proteínas, vitaminas y minerales esenciales, lo que podría exacerbar los síntomas depresivos. Además, el fracaso en la pérdida de peso o los ciclos de pérdida y recuperación de peso podrían también influir negativamente.

Diferencias de género y salud cerebral

Los investigadores destacan que la glucosa y los ácidos grasos omega-3 son cruciales para la salud cerebral. “Las dietas bajas en carbohidratos (glucosa) o grasas (omega-3) podrían, en teoría, empeorar la función cerebral y exacerbar los síntomas cognitivo-afectivos, especialmente en hombres con mayores necesidades nutricionales”, sugieren.

Este estudio se suma a la creciente evidencia que vincula los patrones dietéticos con la salud mental, planteando preguntas sobre si las dietas restrictivas bajas en nutrientes beneficiosos para la salud cognitiva pueden precipitar síntomas depresivos.

Implicaciones futuras

Los resultados de esta investigación abren la puerta a futuras exploraciones sobre la relación entre la dieta y la salud mental. Los expertos sugieren que se deben considerar cuidadosamente los efectos psicológicos de las dietas restrictivas, especialmente en poblaciones vulnerables como las personas con sobrepeso u obesidad.

En un contexto donde la salud mental es cada vez más prioritaria, estos hallazgos podrían influir en las recomendaciones dietéticas y en el diseño de programas de pérdida de peso que consideren no solo los beneficios físicos, sino también el bienestar emocional de las personas.