sáb. Ago 16th, 2025

BUENOS AIRES, ARGENTINA – El aceite de coco ha ganado popularidad como un ingrediente esencial en la cocina saludable, pero las recomendaciones oficiales sugieren consumirlo con moderación debido a la falta de consenso científico sobre sus beneficios y riesgos. Este producto, conocido por su alto contenido de triglicéridos de cadena media (MCTs), promete energía rápida, pero también genera preocupaciones por su alta proporción de grasas saturadas.

Un análisis publicado en Verywell Health y un estudio en JAMA destacan que la evidencia científica es incierta sobre los efectos del aceite de coco en la dieta diaria, especialmente en relación con el control de peso y los niveles de colesterol. Instituciones como la Asociación Americana del Corazón y las Guías Alimentarias para los Estadounidenses recomiendan su consumo moderado, priorizando las grasas insaturadas hasta que se aclare su impacto a largo plazo.

Efectos en el peso y el metabolismo

Los estudios sobre el impacto del aceite de coco presentan resultados mixtos. Aunque contiene MCTs que el cuerpo utiliza como fuente rápida de energía, no hay consenso sobre su capacidad para favorecer la quema de grasa. Un metaanálisis de 2023, citado por Verywell Health, analizó nueve investigaciones y encontró una reducción pequeña pero significativa en el peso corporal, el IMC y el porcentaje de grasa al comparar el consumo de aceite de coco con otros aceites. Sin embargo, su alta densidad calórica podría propiciar el aumento de peso, y se requieren más estudios para comprender sus efectos a largo plazo.

Influencia en la salud cardiovascular y propiedades adicionales

El impacto del aceite de coco en la salud cardiovascular es motivo de debate. Algunos estudios indican un aumento del colesterol HDL (“bueno”), mientras que otros muestran un incremento del colesterol LDL (“malo”). La mayoría de la literatura científica asocia una ingesta elevada de grasas saturadas con un mayor riesgo de enfermedades cardíacas.

Las Guías Alimentarias para los Estadounidenses recomiendan mantener las grasas saturadas por debajo del 10% de las calorías diarias, mientras que la Asociación Americana del Corazón sugiere un límite del 6% para personas en riesgo.

Por otro lado, el aceite de coco posee propiedades antimicrobianas gracias al ácido láurico, que compone aproximadamente la mitad de sus MCTs. Este ácido puede actuar contra microorganismos perjudiciales, fomentando su uso en la higiene bucal y el cuidado de la piel. La práctica del oil pulling (enjuague bucal con aceite de coco) ha sido relacionada con la reducción de bacterias, placa e inflamación en las encías, aunque no debe sustituir los métodos convencionales de higiene oral.

Información nutricional y recomendaciones de consumo

El aceite de coco está compuesto únicamente por grasa. Según la Harvard T. H. Chan School of Public Health, una cucharada aporta alrededor de 120 calorías y 14 gramos de grasa total, mayormente saturada, sin un aporte significativo de vitaminas o minerales. No existe una cantidad oficial establecida para su consumo, pero se recomienda que las grasas saturadas no superen el 10% de las calorías diarias.

La American Heart Association sugiere un límite más estricto para personas con riesgo cardiovascular: alrededor del 6% de las calorías diarias.

Tipos y aplicaciones en la cocina

El mercado ofrece diferentes variedades de aceite de coco, cada una con usos culinarios específicos. El aceite de coco virgen o no refinado, con su sabor intenso y punto de humo de 177℃, es ideal para recetas que buscan realzar el sabor original. El aceite de coco refinado, con un punto de humo de 204-232℃, es adecuado para preparaciones a altas temperaturas. El orgánico garantiza una producción ecológica.

Puede utilizarse en estado sólido o líquido, fundiéndose fácilmente, y es recomendado para saltear, hornear, rociar sobre palomitas o combinar con chocolate y mantequilla de maní en dulces caseros. Es crucial respetar el punto de humo y evitar el sobrecalentamiento.

A pesar de su versatilidad y ciertas ventajas, los especialistas coinciden en que el aceite de coco debe ocupar un lugar limitado en la dieta, priorizando las grasas insaturadas para proteger la salud cardiovascular.