sáb. Jul 26th, 2025

SANTIAGO DE CHILE – Alfredo Jaar, un influyente artista chileno de 69 años, ha sido una voz pionera en abordar las complejidades de la extracción de minerales críticos mucho antes de que el mundo centrara su atención en esta problemática. Su obra más reciente, The End of the World, es una reflexión sobre las tensiones geopolíticas y las implicaciones devastadoras de la minería de tierras raras, exhibida en Berlín y próximamente en Bruselas.

La pieza, un pequeño cubo de cuatro centímetros hecho de diez minerales críticos, se presenta como una provocación. Jaar explica: “El nombre es una provocación, pero los últimos meses han confirmado la lógica de la obra”. En un mundo donde las acciones de líderes como Donald Trump y las estrategias de países como China apuntan hacia un futuro incierto, Jaar ve su obra como un espejo de las tensiones globales actuales.

Un legado de conciencia política

Jaar, quien reside en Nueva York desde 1982, comenzó su carrera con Gold in the Morning, una serie de fotografías que documentan la explotación minera en Brasil. Este proyecto inicial despertó su interés por las consecuencias sociales y ambientales de la minería en el sur global. “Llegué a Nueva York escapándome de la dictadura militar. Quería ser artista y tenía claro que ahí estaba el centro del mundo del arte”, recuerda Jaar.

A lo largo de su carrera, Jaar ha sido reconocido internacionalmente, participando en prestigiosas bienales y recibiendo premios como la Medalla Edward MacDowell. Sin embargo, su enfoque siempre ha estado en cómo el arte puede reflejar y provocar discusiones sobre las injusticias del mundo.

Minerales críticos y tensiones globales

La obra The End of the World no solo es una pieza artística, sino también un comentario sobre la dependencia mundial de minerales como el cobalto, litio y tierras raras. Estos elementos son esenciales para la tecnología moderna, pero su extracción está plagada de problemas éticos y ambientales. “Hay más minerales involucrados, pero estos son los más importantes”, explica Jaar.

El ensayo que acompaña la obra, escrito por el geólogo político Adam Bobbette, destaca las consecuencias de esta minería: “El cambio climático es una guerra por los recursos. Los conflictos se intensifican para desarrollar tecnologías renovables. El afán por extraer minerales preciosos contribuye al genocidio”.

El arte como herramienta de cambio

Para Jaar, el arte es inherentemente político. “Todo arte es político. Cualquier creación humana contiene una dimensión ideológica”, afirma. Su obra busca no solo reflejar la realidad, sino también incitar al cambio y la reflexión. En un mundo donde las tensiones por recursos naturales podrían desencadenar conflictos mayores, Jaar ve su trabajo como una llamada a la acción.

El artista ha decidido dejar Estados Unidos, donde ha vivido durante cuatro décadas, en protesta contra lo que percibe como un ambiente político cada vez más represivo. “No quiero vivir bajo la dictadura de Trump”, proclama. Su decisión refleja su compromiso con los valores de libertad y justicia que siempre han guiado su obra.

Mirando hacia el futuro

Jaar se enfrenta a un mundo en el que las tensiones por los recursos naturales y la explotación continúan creciendo. Sin embargo, mantiene una perspectiva de esperanza, inspirada por el filósofo Antonio Gramsci: “Era pesimista por intelecto y optimista por voluntad”. Para Jaar, esta dualidad es esencial para seguir creando y luchando por un mundo mejor.

Con su obra, Alfredo Jaar no solo nos invita a contemplar el arte, sino a cuestionar y desafiar las estructuras de poder que moldean nuestro mundo. Su mensaje es claro: el arte tiene el poder de provocar el cambio, y es nuestra responsabilidad utilizarlo para crear un futuro más justo y sostenible.