NAIROBI, KENIA – La vida de Jane Waithera cambió radicalmente el día que una clínica móvil del Hospital de Kikuyu llegó a su aldea en Chinga, Kenia, en 1996. A los 10 años, Waithera recibió su primer par de gafas, lo que transformó su experiencia educativa y social. “No podía leer lo que los maestros escribían en la pizarra. Los libros me los ponía muy cerca del rostro para ver algo y la gente se burlaba de mí”, recuerda Waithera, quien tiene albinismo, un trastorno genético que afecta su visión.
El caso de Waithera no es aislado. Un estudio de The Lancet Global Health revela que en África subsahariana, solo el 28% de las personas mayores de 50 años tiene acceso a gafas o soluciones ópticas, muy por debajo del promedio mundial del 65%. La falta de acceso a servicios de salud visual es un problema crítico que afecta a millones en el continente, especialmente a los niños, cuya educación y futuro se ven comprometidos.
Desigualdades en el acceso a la salud visual
La disparidad en el acceso a gafas y atención médica entre diferentes regiones del mundo es alarmante. Stuart Keel, Oficial Técnico del programa de Visión y Cuidado Ocular de la OMS, destaca que “la pérdida de visión no corregida puede provocar pérdidas anuales de productividad en todo el mundo de alrededor de 400.000 millones de dólares”. En Kenia, las enfermedades de la vista cuestan al país aproximadamente 262 millones de dólares al año.
La situación es aún más crítica en áreas rurales, donde los servicios de salud visual son escasos y caros. “La mayoría de gafas las proporciona el sector privado y el coste final es muy elevado para el paciente”, explica Keel. Además, la falta de personal sanitario capacitado agrava el problema, dificultando el diagnóstico y tratamiento adecuado.
Impacto en la educación y la productividad
Jane Waithera, ahora directora de la Unidad Asesora para la inclusión de personas con discapacidad en Kenia de la ONG Light for the World, advierte que muchos niños en África podrían no tener la misma suerte que ella. “Cuanto más tiempo pasas sin gafas, peor se vuelve tu visión. Cuanto menos participas, menos productivo eres y pierdes oportunidades”, afirma.
La falta de acceso a gafas afecta directamente el rendimiento escolar de los niños, lo que a su vez impacta su futuro laboral y económico. “Uno de cada tres niños en el mundo es miope, y esto afecta a su desempeño escolar”, señala Keel, subrayando la importancia de invertir en salud visual para desbloquear oportunidades.
Soluciones y desafíos futuros
Para abordar esta crisis, es crucial que los gobiernos aumenten la inversión en salud visual. “Es necesario que los chequeos y las gafas se incluyan en los paquetes de servicios sanitarios”, sugiere Keel. Sin embargo, la financiación es un desafío considerable. España, por ejemplo, ha comenzado a ofrecer ayudas para gafas infantiles, lo que requerirá una inversión inicial significativa.
La cooperación internacional y la colaboración con el sector privado son esenciales para mejorar el acceso a servicios de salud visual en África. Waithera aboga por soluciones que lleguen a las comunidades rurales, como la clínica móvil que transformó su vida. “Hay que garantizar que las personas no tengan que desplazarse hasta las grandes ciudades para acceder a información y servicios”, concluye.
El camino hacia el acceso universal a la salud visual es largo, pero con esfuerzos coordinados y sostenidos, es posible cerrar la brecha y mejorar la calidad de vida de millones de personas en África y más allá.