BUENOS AIRES, ARGENTINA – En oficinas y hogares de todo el mundo, es común escuchar a mujeres pidiendo que se suba la calefacción mientras los hombres parecen estar cómodos en la misma habitación. Un estudio reciente, considerado el más amplio de su tipo, ha confirmado que la percepción del frío varía entre los sexos debido a diferencias fisiológicas y hormonales.
Publicado en Science Direct, este estudio revela que estas diferencias, aunque a menudo pasan desapercibidas en la vida cotidiana, tienen implicaciones directas en la salud, el bienestar y la eficiencia de los espacios interiores.
Las claves fisiológicas de la percepción térmica
El análisis incluyó 83 estudios originales realizados principalmente en Europa y Asia, con participantes de ambos sexos y edades comprendidas entre los veinte y treinta años. Los resultados muestran que las mujeres reportan mayor incomodidad térmica ante los mismos estímulos ambientales que los hombres.
En ambientes fríos, las mujeres suelen presentar temperaturas más bajas en la piel, especialmente en las extremidades. El metaanálisis cuantificó esta diferencia con un efecto medio, reflejando una tendencia femenina a sentirse en el extremo frío de la escala incluso bajo condiciones de neutralidad térmica. Además, la temperatura media de la piel fue notablemente menor en mujeres, mientras que la central resultó más alta.
Las causas de estas diferencias están relacionadas con factores fisiológicos: una menor masa muscular, un mayor porcentaje de grasa, una tasa metabólica más baja y un volumen sanguíneo reducido. Estos rasgos limitan la producción interna de calor y facilitan su pérdida por unidad de masa.
Respuesta femenina al frío
En ambientes fríos, las diferencias entre hombres y mujeres se vuelven evidentes. Por las características del sexo femenino, su cuerpo genera y conserva menos calor, priorizando que los órganos internos se mantengan calientes, pero dejando las manos y los pies más fríos. Los cambios hormonales también juegan un papel crucial. Durante la segunda mitad del ciclo menstrual, la temperatura interna del cuerpo sube hasta 0,8 ℃ debido a la progesterona, lo que puede modificar la percepción del frío.
En el embarazo, especialmente al principio, tanto la temperatura central como la de la piel aumentan, alterando la sensación térmica. Por otro lado, en la menopausia, los sofocos y escalofríos derivados de los cambios hormonales provocan sensaciones de frío posteriores a episodios de calor intenso.
“Las mujeres sienten más frío en ambientes fríos debido a diferencias fisiológicas con los hombres”, destaca el estudio.
Estas variaciones explican por qué cada mujer puede reaccionar de forma diferente frente al frío. Por ello, es fundamental tener en cuenta el factor hormonal y las particularidades fisiológicas femeninas al pensar y regular la climatización de los espacios.
Hombres y mujeres: las diferencias en los estándares de confort
A pesar de la evidencia científica, los estándares de confort térmico siguen basándose en modelos del hombre promedio, sin considerar las diferencias fisiológicas entre varones y mujeres. Esto lleva a que, en espacios compartidos, las mujeres experimenten con mayor frecuencia molestias térmicas y tengan que modificar más veces la climatización, incrementando el consumo energético.
Además, factores individuales como el índice de masa corporal, la genética o la aclimatación a ciertas temperaturas también influyen significativamente en la percepción del frío y del calor.
Este nuevo estudio sugiere que adaptar los sistemas de climatización y los estándares de confort a la diversidad fisiológica y hormonal no solo mejoraría el bienestar, sino que también optimizaría el uso de la energía y avanzaría hacia ambientes interiores más justos desde la perspectiva del confort.
“La equidad térmica en espacios interiores es clave para el bienestar y la eficiencia energética”, concluye el informe.
En resumen, reconocer y entender estas diferencias es fundamental para diseñar y gestionar espacios donde el confort, la salud y la eficiencia energética sean realmente accesibles para todos. A medida que la investigación avanza, se espera que las soluciones de confort se vuelvan más inclusivas y efectivas.