LIMA, PERÚ – La economía circular se presenta como un modelo revolucionario de producción y consumo que busca transformar la forma en que las empresas operan y compiten en el mercado global. Este enfoque implica compartir, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes tantas veces como sea posible, con el objetivo de crear un valor añadido y eliminar la generación de residuos al prolongar la vida útil de los productos.
La transición hacia este modelo es crucial para las empresas que desean mantenerse competitivas y seguir comercializando sus productos. Además, ofrece numerosos beneficios tanto para los individuos como para el planeta en su conjunto. Aunque tradicionalmente se ha considerado un tema ambiental, la economía circular tiene un impacto significativo en la productividad y competitividad de las empresas, reduciendo costos, mejorando modelos productivos, y ampliando el acceso a mercados, entre otros beneficios.
Impacto en la industria y el mercado
La evidencia de la aplicación de la economía circular revela que al minimizar la dependencia de materias primas vírgenes, se mitigan los riesgos asociados a la volatilidad de precios. La transición hacia energías renovables y la reutilización de residuos locales fortalecen la seguridad del suministro y reducen los costos logísticos. Estos cambios no solo optimizan las cadenas de valor, sino que también fomentan el desarrollo de nuevos modelos de negocio, como plataformas de intercambio y servicios de reparación, que amplían las oportunidades comerciales y de empleo.
Por ejemplo, el sector del plástico proyecta reducir un tercio de los residuos globales para 2040, mejorando la reputación corporativa y atrayendo a consumidores e inversores sensibilizados con la sostenibilidad. Según un estudio de la Fundación Ellen MacArthur, la adopción de la economía circular podría generar un ahorro de 700 mil millones de dólares anuales en costos de materiales en Europa para 2030.
Políticas públicas y compromiso nacional
Las políticas públicas en Perú están alineadas con este proceso de transición hacia una economía circular. Recientemente, se promulgó la Hoja de Ruta Nacional de Economía Circular al 2030 (D.S. N° 003-2025-MINAM), que establece un marco estratégico para orientar el país hacia un modelo de producción y consumo sostenible. Esta iniciativa se articula con el Plan Nacional de Competitividad y Productividad 2024-2030, reflejando un compromiso tanto nacional como internacional.
Además, ya existen hojas de ruta sectoriales, como las del sector industria, pesca y acuicultura, agua potable y saneamiento, y el sector agrario y riego. Estos marcos normativos promueven la economía circular y requieren la acción del sector privado para su implementación efectiva.
Ventajas competitivas y perspectivas futuras
La economía circular está emergiendo como un modelo transformador que va más allá de la sostenibilidad ambiental, convirtiéndose en una ventaja competitiva multidimensional. Las empresas que integran este modelo no solo reducen costos y emisiones, sino que también impulsan la innovación, el acceso a mercados sostenibles y la creación de empleo. La economía circular redefine el concepto de competitividad, adaptándolo a la realidad de recursos limitados y a la presión internacional por modelos sostenibles.
En el futuro, se espera que más sectores adopten prácticas de economía circular, beneficiándose de la eficiencia energética, la innovación en ecodiseño y la resiliencia operativa frente a la escasez de recursos. Este enfoque posiciona a las empresas en mercados globales donde la sostenibilidad es un criterio de competitividad creciente, como es el caso de la Unión Europea.
En conclusión, la economía circular no solo representa una estrategia para la sostenibilidad ambiental, sino que también es un motor de competitividad y crecimiento económico. A medida que más empresas y gobiernos adopten este modelo, el impacto positivo en la economía global y el medio ambiente será cada vez más evidente.