MADRID, ESPAÑA – Con el cierre de las aulas escolares, los campamentos de verano se convierten en una solución esencial para muchas familias que buscan equilibrar la vida laboral y familiar. Según Miguel Ángel López, profesor de la EAE Business School, los campamentos son ahora una vía fundamental para que los padres puedan continuar con sus responsabilidades laborales mientras sus hijos participan en actividades culturales, sociales y educativas.
El costo de estos campamentos varía significativamente, oscilando entre 200 y 2.000 euros. Un informe reciente de la EAE Business School revela que el 70% de los hogares se ven obligados a ajustar sus presupuestos de vacaciones para poder costearlos. La pregunta que surge es: ¿por qué han aumentado los precios de los campamentos por encima de la inflación media?
Factores que impulsan el aumento de precios
El incremento en el costo de los campamentos de verano se debe a varios factores. En primer lugar, el aumento en el precio de los alimentos, que ha superado la inflación media, impacta directamente en los costos operativos de los campamentos, ya que suelen incluir la alimentación de los niños durante su estancia.
Además, la creciente demanda de campamentos con actividades específicas que fomenten el desarrollo integral de los niños ha llevado a la contratación de personal más calificado, lo que incrementa los costos de personal. La duración prolongada, las instalaciones especializadas y la calidad de los servicios también contribuyen al aumento de los precios.
«La alta demanda y la oferta limitada permiten a las empresas subir los precios, especialmente en campamentos privados con actividades de mayor calidad», señala López.
Medidas administrativas y empresariales
Para facilitar el acceso a los campamentos de verano, se proponen varias soluciones desde las administraciones públicas. Una opción es otorgar subvenciones a familias, especialmente a aquellas vulnerables, para que puedan enviar a sus hijos a campamentos. También se sugiere aumentar la oferta mediante la promoción de actividades en instalaciones educativas vacías durante el verano, como los colegios.
Por otro lado, algunas empresas ya están tomando medidas al organizar campamentos específicos para los hijos de sus empleados, gestionando todo el proceso desde la contratación de monitores hasta el transporte y la alimentación. Estas iniciativas no solo ayudan a las familias, sino que también pueden convertirse en una señal de identidad corporativa que mejora la productividad y reduce el estrés laboral.
Impacto en la diversidad familiar y la brecha de género
La diversidad en las estructuras familiares también condiciona el acceso a los campamentos de verano. Las familias monoparentales, por ejemplo, dependen más de estos servicios debido a la falta de alternativas. En muchos casos, el costo del campamento se comparte entre ambos progenitores, especialmente en situaciones de custodia compartida.
La brecha de género en el ámbito laboral también se ve afectada, ya que el 90% de las excedencias para el cuidado de hijos en verano son solicitadas por mujeres. Según el INE, en el 47% de las separaciones, la madre obtiene la custodia exclusiva, lo que a menudo la obliga a pedir excedencias laborales. Además, los salarios más bajos de las mujeres en comparación con los hombres agravan esta situación.
«El 73% de los trabajadores cree que acogerse a medidas de conciliación podría perjudicar su desarrollo profesional», según un estudio de Infojobs.
Mirando hacia el futuro
La necesidad de campamentos de verano accesibles y asequibles es evidente, y tanto las administraciones como las empresas tienen un papel crucial en la implementación de soluciones efectivas. Fomentar la creación de campamentos urbanos, garantizar la calidad y seguridad de las instalaciones, y promover políticas de conciliación laboral más flexibles son pasos fundamentales para asegurar que todas las familias puedan beneficiarse de estos servicios.
A medida que la demanda continúa creciendo, es esencial que se desarrollen estrategias sostenibles que no solo apoyen a las familias, sino que también contribuyan al desarrollo económico local y a la reducción de la brecha de género en el ámbito laboral.