dom. Sep 14th, 2025

NUEVA YORK, EE.UU. – A sus 36 años, Tiler Peck se mantiene como la bailarina principal con más ballets interpretados en la historia del New York City Ballet, un logro excepcional en una disciplina donde la longevidad profesional resulta inusual. Peck ha superado dos lesiones graves que amenazaron con truncar su carrera, consolidándose como una figura inspiradora dentro y fuera del escenario.

En una entrevista con Business Insider, Peck reflexionó sobre su resiliencia, disciplina y pasión, factores claves para permanecer dos décadas en la élite del ballet estadounidense. Antes de cada función, sigue una rutina estricta que incluye golpear sus zapatillas en un lugar específico y comenzar a alistarse dos horas antes de salir al escenario.

Un viaje de perseverancia y pasión

El vínculo de Peck con el ballet comenzó en su infancia, cuando su padre la llevó a ver “El Cascanueces” en el Lincoln Center. “Le dije: ‘Papá, algún día voy a bailar en ese escenario’”, recordó. Un año después, ingresó a la academia del New York City Ballet y, con solo quince años, consiguió un puesto como aprendiz, una hazaña poco común.

Su rápido ascenso la llevó, a los dieciséis, a ensayar roles principales. Sin embargo, su carrera no estuvo exenta de obstáculos. En la adolescencia, una fractura por estrés en la espalda baja la apartó seis meses de los escenarios, justo cuando iba a ser ascendida a solista. “Recuerdo entrar a la oficina con una lágrima y decir: ‘Estoy lesionada, voy a tener que parar un tiempo’”, compartió Peck.

Superación de adversidades

En 2019, una hernia cervical puso en riesgo definitivo su carrera.

“Seis médicos me dijeron que nunca volvería a bailar y que, si no me operaba, podía quedar paralizada”, confesó Peck. El dolor era tan intenso que no podía mover la cabeza.

Prefirió la fisioterapia y el reposo antes que la cirugía. “No quería que una lesión física decidiera por mí cuándo dejar de bailar”. Tras ocho meses de recuperación, pudo volver al escenario.

La presión de ser bailarina principal es constante. “Lo más difícil es la presión que nos ponemos a nosotras mismas. Se espera que baile al máximo nivel y sé que mi desempeño marca el tono del ballet”, reconoció Peck. La exigencia física y mental es comparable a la de los atletas profesionales, aunque la remuneración está lejos de ese estándar.

Más allá del escenario

Fuera del escenario, Peck ha diversificado sus actividades: comparte ensayos y su vida cotidiana en redes sociales, colabora con marcas y celebridades, lanzó una línea de mallas para ballet, diseñó mochilas y publicó dos libros, con un tercero en preparación.

“He tenido que enfocarme en otras pasiones para poder vivir en Nueva York de manera realista”, explicó.

En su vida personal, el ballet sigue presente: su esposo, Roman Mejia, es bailarín principal y compañero frecuente en escena. “Escuchamos la música de la misma manera, es muy agradable bailar juntos”, comentó.

En los últimos años, Peck se ha dedicado a la coreografía y es la única bailarina principal de la compañía con esa función. Su estreno con “Concerto for Two Pianos” la situó entre las 25 mujeres que crearon ballets para la compañía.

“No puedo decir cuál de las dos cosas me gusta más. Como bailarina, das vida a las ideas de otros; como coreógrafa, ves cómo tus ideas cobran vida en otros”, afirmó.

La vida de Peck está marcada por rutinas y supersticiones. Utiliza zapatillas de diferentes tallas en cada pie desde su primera lesión y selecciona con cuidado cuál usará cada noche. Antes de ingresar al escenario, prueba el sonido de las zapatillas para asegurarse de mantener la magia del ballet.

El legado de Tiler Peck no solo se mide en la cantidad de ballets interpretados, sino en su capacidad para inspirar a nuevas generaciones de bailarinas que ven en ella un ejemplo de perseverancia y amor por el arte.