LOUDENVIELLE, FRANCIA – La logística del Tour de Francia es un espectáculo en sí mismo, comparable a un reloj suizo en su precisión y coordinación. Durante la 13ª etapa, una contrarreloj agotadora, MARCA tuvo la oportunidad de vivir desde dentro el funcionamiento del equipo Decathlon AG2R, revelando la complejidad que se esconde tras bambalinas.
La llegada a Loudenvielle, en el corazón de los Pirineos, subraya la magnitud del evento. Caravanas interminables y vehículos oficiales se despliegan mientras los ciclistas se preparan para sus esfuerzos. En este rincón del pueblo, los autobuses de los equipos se alinean como fortalezas rodantes, rodeados por una multitud ansiosa por ver de cerca a los mejores ciclistas del mundo.
Preparación Milimétrica
En la zona reservada de Decathlon AG2R, todo está calculado al milímetro. El primer autobús con personal técnico llega a las 6:30 de la mañana. Desde las 8:30, una caravana de vehículos de apoyo comienza a ensamblar el equipo invisible que es vital para el éxito del equipo. La jornada no termina antes de las 19:00, cuando el último miembro del staff recoge y se despide en la línea de meta.
A las 8:00, los ciclistas desayunan en hoteles asignados al azar por la organización. A mediodía, los corredores comienzan a llegar a Loudenvielle. Entre ellos, Oliver Naesen, quien, aunque no compite por la general, debe conservar fuerzas para las etapas de alta montaña.
El Desafío de Peyragudes
La contrarreloj del día es atípica: 10,9 kilómetros con 650 metros de desnivel acumulado. Sin bicicletas específicas de contrarreloj, los ciclistas utilizan las tradicionales RCR-F de Van Ryzel. Bajo un sol abrasador y temperaturas superiores a 30 grados, Naesen pedalea sobre el rodillo mientras un ventilador portátil intenta mitigar el calor.
Durante la etapa, en la van del equipo, el conductor sigue la retransmisión en directo desde una tablet, manteniendo la distancia reglamentaria de 25 metros con el ciclista. Aunque no hay presión para Naesen más allá de cumplir con el corte de tiempo, el recorrido es corto pero exigente, con rampas que alcanzan el 16% de pendiente.
“Naesen cruzó la meta con más de seis minutos de diferencia respecto al líder, Tadej Pogacar, pero su papel de escudero será crucial para Felix Gall”, comentó un analista del equipo.
Impacto y Consecuencias
El antiguo aeródromo de Peyragudes, reconvertido en final de etapa, ofrece un desenlace brutal: 350 metros finales en rampa que desafían a todos, menos a Pogacar. El líder del UAE destroza el cronómetro, dejando a Jonas Vingegaard a 36 segundos. El danés, hasta ahora, no ha encontrado terreno para desafiar al maillot amarillo.
En la cima, la congestión es evidente: bicis aparcadas por decenas, cientos de caravanas y miles de aficionados. Aquellos que intenten salir tras la llegada de Pogacar, prevista para las 17:30, no podrán abandonar el perímetro antes de las 22:00. Los equipos, ya pensando en Pau, próxima ciudad de salida, afinan sus horarios al milímetro, porque en el Tour, cada minuto cuenta, también fuera de carrera.
La logística del Tour de Francia es un ejemplo de organización y precisión, un espectáculo que va más allá de la competencia en la carretera. Con cada etapa, se reafirma como uno de los eventos deportivos más impresionantes del mundo.